La noche de ayer Squid regaló a sus fans un momento inolvidable. Con un setlist de más de una hora y media, el quinteto británico encendió un inicialmente tibio Club Chocolate para un primer acercamiento a Chile con la sonoridad de la banda. Faltaban 10 minutos para el inicio del show y los integrantes de Squid, Ollie Judge (Batería y Voz) y Louise Borlase (guitarras, bajos, teclados) salían a escenario a afinar sus instrumentos, acto que rápidamente llamó la atención del público por lo poco usual que es ver a los propios artistas realizando labores de roadies, demostrando así la humildad y sencillez del grupo.
Por Nelson Vega
Foto: Agustín León
A eso de las 21.00 horas arrancó el show, y la canción “Swing (In a Dream)” de su disco “O Monolith” fue la encargada de iniciar la velada, donde los fanáticos reaccionaron de inmediato saltando y bailando al compás de la música. En el transcurso del evento, cada canción fue un viaje al mundo de los músicos, de donde destacan sus raíces post punk y electrónicas, teniendo cada instrumento una pugna interna por salir y expresar su motivo musical tal como lo demuestra su premisa de ser un “rock ansioso”.
Durante la noche tuvieron un rol protagónico las pistas electrónicas, que hicieron bailar a más de alguno al son de sonidos minimalistas que buscaban cimentar el camino de lo que que estaba por venir. El público acompañaba a la banda con vítores y aplausos a viva voz ante cada propuesta musical, existiendo en más de una ocasión los clásicos “olé olé” para Squid. La banda destacó por ensamblar paisajes sonoros cargados hacia la disonancia y distorsión en sus instrumentos, utilizando de manera continua todas las capacidades que les podían brindar sus pedales y efectos que tenían a mano.
El espectáculo supo resaltar por la sincronía y compañerismo ante cada movimiento de la banda comandada por Ollie, encargado de marcar los tiempos y los momentos que estaban por venirse tras cada golpe. Tras la aparición de “Narrator”, canción de su disco “Bright Green Field” (2021), el público desplazó toda la energía guardada durante la noche para dicho momento, armando un gran mosh pit en el cual bailaban y expresaban todo lo que tenían reprimido hasta ese entonces. Ya al finalizar, Squid agradeció al público por su asistencia con una despedida que dejó a más de alguno deseando mucho más.
Lo de Squid anoche fue único. Demostrando cada uno de sus miembros un alto grado de genialidad y polivalencia en el escenario, con esto los británicos dejaron la llama encendida en un público que ya los quiere ver de vuelta en nuestras tierras. Lo entregado por el grupo fue música en distintas dimensiones, en donde la estimulación y el recorrido por diferentes paisajes sonoros coronó el virtuosismo y dedicación de la banda ante cada melodía empleada.
Fotos por Agustín León
SQUID