Recomendación melómana: Eterno resplandor de una mente sin recuerdos y su inigualable uso de la melodía y psicología.

La idea original de la película nació a partir de una conversación donde se tocó el tema de si pudieran borrar a alguien de sus mentes, ¿lo harían? Pregunta que nació por Pierre Bismuth, cineasta, luego de que una amiga suya se quejara de la relación con su novio. La charla de Pierre fue dirigida a Michel Gondry, director de cine.

Por Sofía Nova.

Un filme dramático psicológico es lanzado en 2004 con Michel Gondry como director, Charlie Kaufman como guionista y el artista francés Pierre Bismuth como el principal pilar para la construcción de ésta historia casi distópica.

La película Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos nos cuenta la historia de Joel Barish (interpretado por Jim Carrey), un hombre retraído y tímido, y Clementine Kruczynski (protagonizada por Kate Winslet), una mujer espontánea y contraria a Joel. Pese a sus diferencias entablan una relación, relación que acaba luego de una gran discusión y lleva a Clementine a una decisión precipitada que dará el vuelco principal a la historia, acción que incita a Joel a imitarle.

El título de la película originalmente tenía dieciocho palabras porque el guionista, Charlie Kaufman, quería un rótulo que no entrara en la marquesina. No obstante, se tomó la decisión de llamarla originalmente “Eternal sunshine of the spotless mind”, verso perteneciente al poema Eloisa to Abelard del poeta Inglés Alexander Pope.

How happy is the blameless vestal’s lot! The world forgetting, by the world forgot.
Eternal sunshine of the spotless mind!
Each pray’r accepted, and each wish resign’d.

La película presenta desde el inicio un juego temporal acompañado del psicoanálisis e inserta la banda sonora original de Jon Brion, cual hace su aparición al comienzo de la cinta. La primera canción, “Theme”, nos abre a un espacio melancólico antes de que el piano suene. La señal del tema principal es aportar y establecer el tono emocional del relato, cual sin duda logra transmitirnos aquella confusión e inexplicable nostalgia del protagonista.

De igual forma tenemos presente canciones de bandas como Electric Light Orchestra, The Polyphonic Spree, The Willowz, e incluso una versión de “Everybody’s Got to Learn Sometime” por Jon Brion y Beck, canción original de The Korgis.

La importancia de un buen uso de la música en el cine es alta, pues además de llenar con emociones y expectativas al visualizador de comienzo a final, sirve para ambientar un espacio (físico, social y psicológico), contribuye para un diálogo sin necesidad de palabra dicha, une escenas e incluso genera cierta empatía en nosotros en cada representación.

Si bien la música parece no tener límites, el impacto y sincronización de dicha en la grabación nos pone los pelos de punta; cuando Joel Barish dice tras tomar un tren desde Mountak “Creo que me acabo de despertar en un funk esta mañana” es el instante en que notamos como el soundtrack con el drama se conjuntan. Otro ejemplo es cuando se hace presente “Everybody’s Got to Learn Sometimes”, versión de Jon Brion y Beck que da cierre a la película y entrega el mensaje de su nombre: Todo el mundo tiene que aprender en algún momento. La buena elección en la lista musical de la película logró su cometido al insertar un ambiente de tristeza e incertidumbre en el receptor, influyendo directamente para preguntarnos: ¿Por qué Joel se ve tan devastado y al mismo tiempo tan entusiasmado?, ¿por qué tengo éstas ganas inevitables de llorar?

Sin duda una cinta que nos lleva a la mezcla entre romance, drama, ficción, y un soundtrack que puede romper nuestro corazón en mil pedazos para dejar, irónicamente, nuestra mente con recuerdos.