James Blunt volvió a conquistar al público chileno con un show que combinó emoción, cercanía y una conexión auténtica. Su paso por Santiago, en el marco de la gira que conmemora 20 años de Back to Bedlam, no fue solo una celebración de su música: fue una invitación a mirar atrás, reconocerse en las canciones y volver a sentir.
Por: Savka Martinic
Fotos: Luis Marchant
Desde los primeros acordes de High quedó claro que sería una noche especial. Con clásicos como You’re Beautiful, Wisemen, Goodbye My Lover y Tears and Rain, el público se sumó con coros masivos, levantando luces que transformaron el Movistar Arena en un mar brillante de emociones compartidas. Así y tal como prometió, el británico interpretó todas las canciones de Back to Bedlam y sumó otras clásicas de discos posteriores.
Uno de los momentos más íntimos fue So Long, Jimmy, donde James Blunt y su guitarrista se lucieron en un dueto instrumental conmovedor. También brilló en No Bravery, canción escrita cuando servía como militar. Empezó solo al piano, y con precisión cinematográfica, se fueron sumando guitarra, bajo y batería a medida que la letra evocaba escenas de guerra. Fue una construcción sonora sutil y poderosa, pensada con minuciosidad.
Por supuesto que el humor de James tenía que ser parte esencial del show así que a lo largo del encuentro, James sorprendió hablando en español, agradeciendo al público y bromeando sobre su esfuerzo por aprender el idioma: “Estoy practicando en Duolingo”, dijo entre risas, desatando una ovación. Esa mezcla de vulnerabilidad, simpatía y humor hizo que la cercanía con el público fuera total. Junto a ello, entre canción y canción, compartió historias detrás de sus letras como parte de un consejo de su esposa. Relató la historia real que inspiró Billy, sobre un amigo que vivía con él pero la convivencia no estaba siendo la mejor y James decidió buscarle una habitación con un hombre mayor que conoció en un bar. El resto de los detalles son historia y quedará guardado en la cúpula del Movistar.
Como si su carisma no fuese suficiente, Blunt descendió del escenario, apareció entre la mesa de sonido y caminó entre la gente, dejándose abrazar y cantar junto a quienes estaban cerca al escenario. Un gesto de entrega que selló el espíritu del concierto: Blunt no se subió a un escenario a mostrarse, sino a compartir.
Temas como Cry, Carry You Home, Postcards y Cuz I Love You también formaron parte del viaje emocional de la noche. El cierre fue demoledor: Same Mistake, Monsters, Bonfire Heart y 1973 construyeron un final lleno de energía, nostalgia y emoción pura. Especialmente en Monsters, Blunt cantó con tal vulnerabilidad que dejó al público en silencio, con el corazón en la mano.
Este reencuentro fue una noche del recuerdo, del presente que aún duele y del amor que no se olvida. Un encuentro íntimo con un artista que, dos décadas después, sigue tocando fibras con la misma verdad de siempre.
JAMES BLUNT