Entre poesía y paisajes sonoros, Correspondances transformó el Teatro Coliseo en un portal hacia mundos cargados de memoria y simbolismo. Con referencias a Medea y Pasolini, Patti Smith y Soundwalk Collective crearon un diálogo entre arte, cine y humanidad que dejó al público en un estado de absoluta introspección.
Por: Valentina Morales
Foto: Daniela Toledo
El 25 de enero, el Teatro Coliseo de Santiago se transformó en un santuario para los sentidos con Correspondances, el ambicioso proyecto que une a Patti Smith y Soundwalk Collective. Desde la primera nota hasta el último aplauso, la noche fue un viaje introspectivo, cargado de simbolismo y resonancia emocional. Este espectáculo, nacido de una colaboración que abarca más de una década, confirmó que Smith sigue siendo una figura central en la intersección del arte, la música y la poesía, y que Soundwalk Collective ha redefinido los límites del sonido como lenguaje narrativo.
El título, Correspondances, rinde homenaje al concepto baudelariano de las conexiones invisibles entre naturaleza, arte y alma humana. A través de ocho piezas audiovisuales, la colaboración explora temas universales: el impacto del cambio climático, las huellas de la humanidad en el paisaje y la búsqueda de significado en un mundo caótico. Sin embargo, el centro de esta edición particular del proyecto fue Medea y Pasolini, el Vol. 1 del EP, que establece un puente entre la tragedia clásica y las inquietudes modernas.
MEDEA Y PASOLINI: LA POESÍA HECHA SONIDO
La elección de Medea y Pasolini como inspiraciones principales no es casualidad. Ambos encapsulan la idea de la resistencia frente a la destrucción. Medea, con su mito de dolor, traición y venganza, encuentra eco en el tratamiento sonoro de Soundwalk Collective: tambores que evocan bombardeos, ecos desgarradores que sugieren un lamento universal, y la voz de Patti Smith, recitando fragmentos poéticos como si fueran hechizos. En este contexto, la tragedia se vuelve un grito visceral que resuena más allá de la historia original, explorando el desgarro y la furia de la venganza que consume tanto a la víctima como al victimario. Este segmento adquirió una dimensión cinematográfica al incorporar imágenes de la película Medea (1969), dirigida por Pier Paolo Pasolini, con la icónica Maria Callas en el papel principal. Estas imágenes, cargadas de intensidad visual y simbólica, ofrecieron una segunda y poderosa reinterpretación del mito, ampliando el impacto emocional del espectáculo. Pasolini, al igual que Medea, convierte la tragedia en una expresión de resistencia y dolor sublime, llevando la narrativa a una dimensión más profunda.
Por su parte, el segmento dedicado a Pasolini fue un tributo profundamente personal y político. Aquí se utilizaron escenas de El Evangelio según San Mateo (1964), otra obra maestra del director, junto con extractos de la biopic Pasolini (2014), protagonizada por Willem Dafoe. La integración de estas piezas creó una narrativa visual que exploraba tanto el legado artístico como las tensiones existenciales de Pasolini, convirtiéndolo en un eje emocional del EP. Pasolini, la canción, toma como base la lucha entre la pureza artística y la violencia de su tiempo, mientras que la letra de la canción captura la angustia de un hombre enfrentado a su propia muerte, su condición de exiliado y su devoción por el arte: "He studied himself / He had, in his perversity, welcomed such lamenting"—esta introspección está impregnada de un dolor universal que trasciende las fronteras del tiempo y el espacio. La canción, no solo rinde homenaje a su memoria, sino que también expone las paradojas de un hombre que se enfrenta al peso de su propio destino, su deseo de elevarse como un dios y, al mismo tiempo, su rendición ante lo inevitable.
Tanto Medea como Pasolini, no solo resaltan la resistencia frente a la destrucción y el sufrimiento, sino que también subrayan la capacidad del arte para trascender el dolor, para transformarlo en una forma de expresión que, aunque dolorosa, ofrece una forma de redención y trascendencia. Las tragedias del pasado se funden con las sonoridades contemporáneas, ofreciendo una poderosa reflexión sobre la lucha del individuo frente a las fuerzas destructivas de la vida.
LAS PANTALLAS COMO PORTALES SENSORIALES
Las pantallas jugaron un papel crucial en el espectáculo, más allá de un mero acompañamiento visual. Cada proyección era una extensión de la narrativa sonora, una ventana hacia mundos tan reales como imaginarios. Desde paisajes naturales hasta el Chernobyl post-apocalíptico, las imágenes no solo complementaban la música, sino que añadían capas de significado. En Cry of the Lost, por ejemplo, los sonidos de explosiones submarinas se fusionaban con imágenes de océanos devastados, logrando un efecto profundamente inquietante.
La selección de fragmentos de Medea y El evangelio según San Mateo reforzó la atmósfera de atemporalidad que domina el espectáculo, evocando preguntas sobre espiritualidad, moralidad y el papel del arte como testimonio de los tiempos. Ver a Pasolini y Maria Callas en pantalla, mientras Smith recitaba sus textos con una intensidad casi mística, creó momentos en los que el tiempo parecía suspenderse. Estas visuales no solo narraban, sino que guiaban la experiencia, haciendo que cada espectador se sintiera parte de un diálogo más amplio sobre el arte, la naturaleza y la memoria colectiva.
PATTI, LA SACERDOTISA
En el corazón de Correspondances se encontraba Patti Smith, cuya presencia en el escenario fue magnética, casi sobrenatural. Desde su aparición a las 21:15, quedó claro que ella no solo es una intérprete; es una mediadora entre el público y el espíritu de la obra. Cada uno de sus gestos—lanzando páginas al aire con un movimiento despreocupado, señalando al público con un desafío silencioso o cerrando los ojos mientras recitaba—estaba cargado de un significado profundo, como si sus movimientos fueran parte de un ritual trascendental.
Durante el concierto, Smith compartió con el público su reciente visita al Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), donde tuvo un encuentro con la ministra de Cultura, Carolina Arredondo. Hizo énfasis en la importancia de la poesía y el arte en tiempos de incertidumbre, destacando la relevancia de las expresiones culturales como una forma de resistencia. No es menor la mención del paseo por el GAM, ya que Correspondances, la muestra, se podrá ver en el GAM en marzo.
El espectáculo alcanzó un clímax inesperado durante el encore, cuando, de manera fortuita, Peter Buck, guitarrista y cofundador de R.E.M., apareció en el escenario. La coincidencia de Buck en Santiago, quien se encontraba en la ciudad por motivos personales, y su encuentro casual con Patti, se convirtió en una improvisación que dejó huella. Lo que parecía ser un acto sin guion se transformó en una conexión mágica. La química instantánea entre ambos artistas llevó a un cierre memorable, donde la poesía y la música se fusionaron de manera sublime. People Have the Power se convirtió en un himno colectivo, un poderoso grito de resistencia y esperanza, dejando al público en un estado de éxtasis y gratitud por haber sido parte de esa comunión única.
UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE
Correspondances no fue solo un espectáculo; fue una meditación sobre la condición humana, una obra que desafía y emociona en igual medida. En una era donde la inmediatez domina, Patti Smith y Soundwalk Collective nos recuerdan el valor de la contemplación, de las correspondencias que nos conectan con el pasado, el presente y el futuro. Poético, visceral y profundamente relevante, este concierto dejó una marca imborrable en quienes tuvieron la fortuna de presenciarlo.
Fotos por Daniela Toledo A.