Con presentaciones poderosas y guiños a sus inicios, tanto Demon Hunter como P.O.D. incendiaron el Teatro Coliseo en lo que podría ser el último gran show del 2025 en lo que respecta a metal alternativo, rap / metal, entre otras ramificaciones que se permiten.
Por: Pedro Massai

Fotos: Agustín León
El 2025 entra en su recta final y, con ello, el ejercicio de recuentos y balances se intensifica. La música no es ajena a ese proceso y, en particular, el metal alternativo fue uno de los estilos que marcó con mayor fuerza el devenir de la oferta cultural en Chile a lo largo del año. Aquella lectura volvió a revalidarse anoche con P.O.D y Demon Hunter, quienes terminaron por dinamitar las inmediaciones del Teatro Coliseo. Desde propuestas y recorridos distintos, pero con identidades bien definidas, ambas bandas ofrecieron un broche sólido para un período atravesado por riffs, energía y constantes transiciones sonoras.
Todo comenzó a las 19:00 horas, horario fijado por la producción para la apertura de puertas en calle Nataniel Cox. Si bien en un inicio la convocatoria en las afueras del recinto no parecía mayor, más allá de la venta informal, con el correr de los minutos la fanaticada más fiel del nü metal comenzó a congregarse para una cita que ya se intuía imperdible. El cronograma, eso sí, había sido modificado de un día para otro, ya que originalmente Demon Hunter tenía previsto iniciar su presentación a las 19:30 horas. Finalmente, lo estrictamente musical arrancó 20 minutos posterior al primer horario informado, puesto que los norteamericanos irrumpieron con bastante anticipación, cuestión que todos agradecieron.

Tal como había ocurrido días antes en Argentina, Demon Hunter apostó por un setlist extenso y bien distribuido, diseñado para recorrer buena parte de su historia sin perder cohesión ni intensidad. Desde un arranque marcado por “Sorrow Light the Way” y “Heaven Don’t Cry”, la banda dejó en claro que su propuesta no se sostiene solo en el golpe frontal, sino también en una carga emocional constante. Canciones como “Collapsing” y “The Heart of a Graveyard” funcionaron como ejes narrativos, combinando pasajes melódicos con explosiones de metalcore preciso, siempre sostenidas por una ejecución sólida y un sonido compacto.

El tramo medio y final del show elevó aún más la intensidad, con piezas como “Dead Flowers”, “Cold Winter Sun” y “My Heartstrings Come Undone”, antes de encarar un cierre potente con “The Last One Alive” y “Storm the Gates of Hell”. Ryan Clark, con un espíritu cercano y dando la relevancia exclusiva a este show, condujo la presentación sin excesos discursivos, dejando que el peso recayera en las canciones y en una interpretación cargada de convicción. Un debut sólido, sin adornos innecesarios, que confirmó en Santiago una contundencia estruendosa.
Con P.O.D. el pulso del Teatro Coliseo cambió de inmediato. Los californianos apostaron por un setlist generoso y celebratorio, pensado como un recorrido transversal por más de tres décadas de historia. Desde la seguidilla inicial de “Southtown”, “Rock the Party (Off the Hook)” y “Boom”, la banda dejó en claro que su propuesta en vivo sigue anclada en el groove, el salto colectivo y la conexión directa con el público. A diferencia de su paso por Chile en 2024, donde el arranque fue más frontal, esta vez el orden de las canciones permitió dosificar la intensidad, alternando clásicos inmediatos con material reciente como “Drop” e “I Got That”, que en vivo suenan más filosas y pesadas que en estudio.
Himnos como “Youth of the Nation”, interpretada con un pequeño que desafió el rango etario de los presentes, “Satellite” y “Alive” funcionaron como puntos de encuentro para un público que respondió sin fisuras, confirmando que el vínculo de P.O.D. con Chile sigue intacto. Sonny Sandoval, cercano y agradecido, condujo el cierre con la soltura de una banda que entiende el escenario como espacio de celebración más que de demostración técnica. Un setlist equilibrado, consciente de su legado y de su presente, que terminó por sellar una noche donde el metal alternativo volvió a sentirse vigente, transversal y convocante.
Una jornada redonda, donde las emociones adolescentes volvieron a arder al ritmo de propuestas probadas dentro del metal alternativo, pero que en nuestro país demostraron que no viven solo del recuerdo: su presente las mantiene más vigentes que nunca.
¡Por un 2026 lleno de rock!
P.O.D.

DEMON HUNTER
