Desde su irrupción en 1984, la icónica banda neoyorquina ha demostrado a base de virutuosismo y personalidad una de las caras más interesantes en la historia de la música alternativa. Con potentes riffs y letras cargadas de sentimientos complejos, el cuarteto ha demostrado que aún tiene mucho para ofrecer.
Por José Tomás Prado
Todo inicia con el guitarrista Vernon Reid, quien tras trasladarse a Estados Unidos desde Inglaterra, comienza la búsqueda de integrantes para formar una banda a la que ya había bautizado como “Living Colour” (usando el modo británico de colour en vez de color).
Años de audiciones y truncadas presentaciones en vivo terminaron por juntar los destinos de Vernon con grupos de estupendos músicos afroamericanos, quienes poco a poco le empezarían a convencer para constituir un cuarteto. Finalmente, la primera etapa de la banda formaría en la cancha con el fantástico Corey Glover en la voz, Muzz Skillings y el connotado Will Calhoun en la batería. Todos músicos de profesión y con estudios en muchas de las mejores instituciones del país, la cosa empezaba a tomar forma.
Tras dos años de constantes presentaciones, la banda sería inesperadamente tomada en cuenta por nada más ni nada menos que el señor Mick Jagger. Vernon había logrado una conexión con el mítico lider de los stones para que fuera a ver sus presentaciones en el CBGB de New York, dejando al ícono totalmente deslumbrado. Sin dudarlo, Jagger tomó las riendas del asunto e impulsó a la banda a firmar con Epic Records, además de producir algunos de sus demos y dejar todo servido para un debut monumental.
El estreno de “Vivid” llegó el 3 de mayo de 1998 y no dejó a nadie indiferente. Con un sonido fresco y una energía arrolladora en vivo, la banda se encargaría de demostrar la potencia de sus canciones en diversas presentaciones en televisión y una amplia rotación en el, por entonces, importantísimo MTV. Alcanzando el puesto 6 de la lista Billboard, la banda comenzó a posicionarse con todo en el panorama alternativo que por años llevana siendo liderado por bandas blancas.
Durante ese y el siguiente año, el éxito llevaría a la banda a tener el honor de ser la apertura de importantes giras de Guns N’ Roses y los Rolling Stones, la preparación perfecta para que en 1990 sorprendieran nuevamente al mundo con “Time’s Up” y un sonido que volvía a refrescarse de interesantes tonalidades no exploradas en el mainstream hasta entonces.
Logrando el puesto 13 del Billboard, el álbum terminaría por incluir a la banda en los grandes festivales del mundo. Con los elogios de los fans y la crítica, el segundo larga duración logró conseguir el Grammy a mejor Performance de Hard Rock en aquel año.
Tras años de intenso trabajo, Skillings termina renunciando a la banda para enfrentar proyectos solistas y dar paso a la entrada del
bajo de Doug Wimbish. Con nueva alineación, el cuarteto aprovecha la entrada de los noventas para lanzar un tercer álbum que lamentablemente no superó las expectativas. Tras algunas giras que permitieron conectar a la banda con sus fieles seguidores, terminaron separándose en enero de 1995.
No tuvo que pasar mucho hasta que luego de diversos intentos solistas por parte de cada miembro, terminaran por reunir por sorpresa a la banda el 21 de diciembre del 2000. Con intermitentes apariciones de Skillings, el cuarteto aprovechó el nuevo milenio para repensar su manera de enfrentar la música y potenciar cada vez más sus increíbles presentaciones en vivo.
Así, la banda ha logrado mantener un ritmo constante hasta nuestros días, donde cada noche demuestran que el impulso de sus fieles fanáticos es capaz de hacer crecer una carrera que ya anunció la llegada de un séptimo álbum de estudio.