La estrella pop inglesa hace retro-rock con un toque sensible, cargado en la pena y el sentimentalismo propio del quiebre amoroso, en su excelente segundo álbum con un sonido más cohesivo y con una gemas dignas de rescate.
Por Valentina Morales
En Fine Line, Harry Styles cambia a sus dos máximas influencias, Jagger y Bowie, por una serie de nuevas inspiraciones: Fleetwood Mac, McCartney e íconos del power-pop como Badfinger y Big Star. El resultado es un álbum aireado y melancólico que aborda diplomáticamente el dolor mientras declina revolcarse en él. Fine Line es a menudo altamente vulnerable y rebosante de observaciones astutas, pero también es lamentablemente corto en momentos cuando una bola de fuego de desplante sexual hubiera sido preferible. Y aunque sus influencias aún son evidentes hay un sonido mucho cohesivo en este segundo LP.
Esto fue evidente en los primeros sencillos: "Lights Up", que combina el rock suave con indie moderno y un atisbo de alma, y el rimbombante "Watermelon Sugar", un temazo inspirado en los años 70 relleno de líneas de bronces que aportan un muy necesario y fresco toque funk.
En su mayor parte, el segundo álbum de Harry Styles es una alegría total. Es una combinación elegante de las influencias del ex chico 1D, el pop moderno y elegante y su propio encanto pícaro. En la última canción, la eufórica "Fine Line" inspirada en Bon Iver, Styles cierra el círculo, aparentemente, sintiéndose esperanzado después de su desamor e indiscreciones pasadas.
Sin embargo este álbum se hace más fuerte, tras las primeras cuatro canciones, cuando Harry Styles abandona toda sensación espectáculo y performance, para poder enfocarse en expresar su tristeza post quiebre amoroso con la modelo francesa Camille Rowe. El punto medio del álbum resulta entonces lo más vulnerable que se le ve a Mr. Styles desde "Meet Me In The Hallway" de su primer álbum, Harry Styles. Con las canciones "Cherry", "She" y "Falling" es cuando alcanzamos un nuevo nivel de profundidad y un ligero acercamiento en la mente del joven músico británico, corroído por los celos y los anhelos de alguien que ya no está más a su lado.
"Fine Line" lo quiere todo, pero las piezas no siempre coinciden. Harry Styles todavía está tratando de encontrarse a sí mismo. Se da espacio para meditar e invita a los oyentes a desenmarañar su angustia. Si combina la energía pícara de su debut con la sinceridad agridulce de Fine Line, puede llegar a las gloriosas alturas de sus antepasados del rock and roll. Como dijo en una entrevista a Rolling Stone a inicio de año, "Fine Line" iba a ser una mezcla de mucha tristeza y mucho sexo. Harry Styles ha dominado el arte de estar triste. Esperemos entonces que encontremos más sexo en LP3.
Destacamos las canciones: Cherry, Watermelon Sugar, Falling y Fine Line
Lanzamiento: 13 de diciembre
Sello: Columbia