Simple Minds: una cita con la nostalgia

La legendaria banda escocesa revivió sus clásicos y demostró por qué y cómo la nostalgia ochentera sigue viva. A punta de actitud y carisma, el grupo, liderado por un eléctrico Jim Kerr, convirtió al Movistar Arena en una amistosa reunión de karaoke y baile, dejando en claro una cosa: 30 años no pasan en vano.

Por: Matías Muñoz

Fotos: Agustín Marchant

Hablar de kitsch originalmente tiene una connotación peyorativa. Sin embargo, últimamente el concepto ha sido reapropiado para devolverle el cariño y la mística a etapas llenas de recuerdo y nostalgia. En el caso de bandas como Simple Minds, su legado e influencia, que marcaron generaciones, funcionan como una catarsis colectiva del recuerdo y la nostalgia. Ahí, lo kitsch se celebra y lleva con orgullo.

30 años tuvieron que pasar para que la banda liderada por Jim Kerr y Charlie Burchill regresara a nuestro país. Casi toda una vida -o gran parte de ella- para quienes regresaron al Movistar Arena para verlos nuevamente en vivo. Más viejos, más sabios y con un recorrido que conquistó al mundo desde Escocia, la banda se enfrentaba a un público completamente nuevo generacionalmente pero al mismo tiempo unos viejos conocidos.

Después de la apertura de, cómo no, los clásicos ochenteros locales Upa +, el expectante público que aguardaba por clásicos como “Don’t You” o “All Thins She Said” repletó el arena para unos puntuales Simple Minds. Acompañados de Cherisse Osei en la batería y y Sarah Brown en coros, la banda derrochó actitud y versatilidad sobre el escenario.

Jim Kerr, de más de 60 años, se mostraba ágil, bromista y movedizo sobre el escenario, demostrando que aún mantiene su esencia y entrega. Por su parte, Charlie Burchill y un desfile de guitarras animaron cada uno de los pasajes de canciones como “Speed Your Love to Me”, “She’s a River” (que contó con un brutal solo de batería de una ovacionada Osei) o “Once Upon a Time”. Y es que tras tantos años de ausencia en escenarios locales y con una carrera a cuestas, la banda se permitió repasar y casi recuperar el tiempo perdido con sus fans nacionales. Kerr, a modo de broma, menciona que la última vez que pisaron Chile, 30 años más jóvenes, Burchill usaba unos pequeños short.

Así, el show se desarrolló en plan karaoke, contemplación y nostalgia. La banda es capaz de demostrar que pese a fomar parte de un entramado de nombres de la new wave, el synth y otros estilos que los emparentan con otros nombres de la época pero en clave pop, lo suyo es el espectáculo y una mezcla de elementos que hoy están bien cuidados y ejecutados en vivo, paseando entre diferentes etapas y sonidos.

Por supuesto un reencuentro no sería tal sin los clásicos. La banda se encargó de regalar ejecuciones perfectas y pegajosas de “Waterfront”, “Hypnotised” y el clásico de clásicos “Don’t You (Forget About Me)”, el punto alto de la noche. Con esa interpretación, Kerr se echó al bolsillo al resto del público que permanecía observando y escuchando con atención y encendió las voces y los teléfonos de cada uno de los asientos.

El vibrante y magnético poder de la voz y presencia de Kerr y Burchill, además de la potencia de Osei en batería hacen que el grupo gane mucho en prestancia y actitud. Así, canciones que han traspasado décadas se mantienen llenas de color y energía. Hacia el final, más clásicos como “Someone Somewhere in Summertime” terminaron de prender al público.

Pero era el turno de “Sanctify Yourself” y “Alive and Kicking”, el cierre perfecto de un show que lo tuvo todo: baile, karaoke, fiesta. Kerr y Burchill se mantienen más que vigentes, vivos y con la energía que muchos envidiarían no sólo para repasar su legado sino tributar su obra y entregarse más allá de la mera nostalgia. Simple Minds suenan frescos, modernos y no son prisioneros de su pasado.

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