Deftones deja de lado los sonidos más volátiles y las texturas para concentrarse en golpes más certeros en lo que es su trabajo más sólido y versátil a la fecha.
Por: Matías Muñoz
Un caballo, una lechuza, aves y una víbora. Otro animal en la portada para “private music”, el nuevo e interesante trabajo de Deftones. A esta altura el grupo pareciera haber despertado de un sueño donde predominaban las atmósferas abstractas que cubrían sus canciones de sensibilidad e intimidad, resultando en ideas más sólidas y aterrizadas en una experiencia menos oscura y más agresiva.
“private music” suena como el resultado de una banda fresca y renovada en actitud y sonido gracias a la producción de Nick Raskulinecz, con menos espacios para las texturas, los escenarios “oníricos” y otros elementos que explotaron en “Ohms” (2020).
Tras cinco años de ese trabajo, que por cierto sonaba más íntimo y personal pero no menos profundo e intenso, Deftones se abre a una nueva etapa de mayor versatilidad y coherencia sonora con “private music”, que se encamina rápidamente a ser uno de sus mejores trabajos.
Y es que el grupo aún carga con el cansancio y las heridas de una extensa carrera, la trágica partida de Chi Cheng en 2013 y una discografía donde nunca ha estado claro su domicilio sonoro como los alternativos del nu metal hasta el shoegaze. Sin embargo, lo personal no inunda -tanto- su propuesta y su sonido renace en cada etapa con nuevos argumentos e ideas.
Sin ser más arriesgado pero sí más coherente, “private music” definió una interesante línea con “my mind is a mountain” y “milk of the madonna” como sencillos de entrada. Ambos con ADN Deftones en exceso proponían un acercamiento a lo que el grupo trabajó en “Gore” (2016), “Koi No Yokan” (2012) y “Diamond Eyes” (2010).
Con esa triada como referencia, “private music” es agradable e intenso a primera escucha. Su acercamiento a un Deftones clásico pero moderno no debería ser un obstáculo para quien disfrute de las diferentes personalidades del grupo.
Porque la banda se planta en momentos donde explota su potencial y virtud individual, con Carpenter como protagonista a ratos, con sintetizadores que predominan en breves pasajes o los gritos de Chino, que esta vez descansan sorpresivamente para dar paso a secciones recitadas, más rapeadas e incluso graves y barítonos.
Aquello es notorio entre las figuras que dibujan Carpenter y Cunningham, que se desafían entre ritmos sincopados y veloces como en “locked club” y “ecdysis”, donde destacan los riffs a la vieja usanza.
Luego de la fría despedida a Sergio Vega, íntimo del círculo del grupo, se enfocaron en otros rumbos ahora con Fred Sablan a cargo de las cuatro cuerdas. En “private music” el bajo no resalta en demasía ni aglutina con la personalidad de Vega, sin embargo, funciona como uno más que se acopla y desacopla entre esas secciones.
La fórmula se repite en “souvenir” y “cXz”, dos tracks rápidos de intensos riffs que abren el paso a “i think about you all the time”, la primera balada del álbum y una receta que la banda sabe utilizar bien cuando se trata de seducir y encantar con pasajes lentos y profundos entre lo romántico y coqueto.
“milk of the madonna”, ya presentada como single, es una de las canciones más completas del disco y uno de los puntos altos. Su estructura punzante de riffs y cambios de ritmo se intercalan con la fluidez de un control absoluto del lenguaje que proponen.
Sin embargo después de la propuesta, sus clásicos y viejos argumentos asoman en “cut hands” y “metal dream” donde Chino se presenta más aggro que nunca, retomando un estilo en clave rap, gritos y guiños a Lanegan al impostar una voz grave y profunda para introducir “departing the body” al cierre del álbum.
Hace años que Deftones no sonaba de esta manera. Influenciados por una creatividad sobria y libre de drogas (según confirmó Chino Moreno en una entrevista reciente), la banda fue capaz de seguir corriendo el cerco de sus posibilidades retomando fórmulas de su pasado pero también proponiendo una vez más un estilo propio con menos misterio y más intención, habitando un espacio que, por ahora, no soltarán.