Jack Johnson regresa tras cinco años con su octavo álbum de estudio, esta vez con Blake Mills en la producción para hacer su mejor álbum hasta el momento. El gentil compositor va más allá de los estereotipos de sentirse bien para buscar pequeñas alegrías en medio de tiempos difíciles, pero siempre evocando ese sonido playero, isleño por el cual amamos a Johnson.
Por Valentina Morales
Jack Johnson sigue siendo el rey de la música que se escucha fácil. El álbum más nuevo de Johnson, Meet the Moonlight, es su primer lanzamiento en cinco años. Y, cómo te hemos extrañado, Jack. El álbum genera consuelo emocional y presenta el clásico estilo de música con toques isleños que son insignia del cantautor hawaiano. Así que si estás en la búsqueda de una muestra del relajo veraniego, entonces esta pieza es justo lo que necesitas para estos cálidos días de verano.
Las ideas principales del álbum son la conexión saludable y el bienestar, los que invitan quienes escuchan Meet the Moonlight, a estar presente en la vida y luchar por la alegría, especialmente durante estos tiempos agitados. Algo que quizás pueda ser redundantemente característico en los trabajos de Johnson, pero que en este álbum se destacan por una hermosa simpleza que logra acompañarte de manera ejemplar.
El oportuno y tranquilizador octavo álbum de Johnson, Meet the Moonlight, nos llama a reposar y frenarnos por un momento, a apreciar las cosas sencillas y hermosas de la vida, todas interconectadas con lo caótico del día a día, inevitablemente presente, pero del cual podemos tomar conciencia, y por lo menos meditar al respecto. Los diez temas del álbum se balancean en dos amplias categorías líricas, unificadas por la misma mezcla abierta de la que Johnson solo ha vacilado ocasionalmente: corteses números de protesta y pequeños devocionales. Y si bien la presencia de estos números un tanto woke, y medio de protesta ( a ratos un tanto simplona si somos honestos), son constantes, la fortaleza de Meet the Moonlight, son los temas que abordan lo menos furioso, exasperado y agotado. Éstas dan toques brillantes a lo largo del álbum que hacen de la escucha algo más que placentero.
Ubicada entre un simple tintineo de tecla floja y suspiros de guitarra deslizante, la voz de Johnson durante "Calm Down" se siente como un ejercicio de respiración profunda. Le pide a alguien que ama que se siente a su lado durante un rato, para que puedan escapar de las sirenas y nuestra búsqueda colectiva para descubrir "cuán bajo hasta el fondo". Y la canción que da título al álbum extiende una invitación abierta para encontrar esperanza y asombro en un acto tan simple como caminar afuera, mirar hacia arriba y ver la luna.
Blake Mills produjo Meet in the Moonlight en Los Ángeles y Hawái, trabajando con Johnson en el estudio de su casa. Puede parecer sorprendente que un tipo encasillado como un guitarrista acústico playero ahora se una a una serie de colaboradores de Mills que también incluye a Bob Dylan, Perfume Genius y Fiona Apple. Pero más allá de aparecer en un ilutre listado o de que quizás la colaboración pudiese ser obvia, la inclusión de Mills hace que aparezcan sutiles florituras a lo largo del álbum, y que logran mejorar el sonido y hacerlo más interesante. El zumbido latente debajo de "Open Mind", por ejemplo, o la percusión espectral debajo de "Windburst Eyes". En su mayoría, fomenta una nueva moderación en Johnson, de modo que las líneas rara vez se vuelven tontas y los arreglos nunca se esfuerzan demasiado. Realmente, Meet the Moonlight suena un poco como un picnic o una ida a la playa, post pandemia, tan simple como un amigo que viene cuando hace calor para tocar algunas canciones sobre la tristeza del día y la esperanza lejana. Si, durante 20 años, Johnson parecía el tipo que insistía en que "La vida es buena", este escenario deja en claro que su mensaje es más corto y más complicado, tal como la vida misma.
Johnson a menudo mete muchas palabras en espacios de tres minutos, pero aquí se deleita dentro de las escenas durante cinco minutos, como si hubiera aprendido lo suficiente como para callarse y quedarse quieto. Algo de lo que quizás es el llamado final de este álbum.
Jack Johnson tiene un sonido genuino y muy fácil de querer que está en pleno efecto en Meet the Moonlight, algo que quizás algunos dirían lo hace repetitivo, pero el álbum no está exento de crecimiento artístico. Sus divertidas composiciones aprovechan sus puntos fuertes mientras exploran nuevos territorios.