Lupin es el sonido de una llegada. A lo largo de ocho canciones de pop subversivo, el debut como solista de Jake Luppen es un autorretrato fracturado y reconstruido a través del pop maximalista.
A pesar de que Luppen ascendió a la fama como vocalista y guitarrista en la amada banda independiente de St. Paul, Hippo Campus, las canciones de Lupin se sienten como si lo estuviésemos conociendo por primera vez. Él mismo lo explica sucintamente:
- "Con este disco quería irme directo al grano, y decir cómo eran las cosas en lugar de bailar a su alrededor."
Para Luppen, el proceso de hacer este álbum fue uno de autodescubrimiento y un camino hacia la confianza, aprendiendo quién podía ser – y quién siempre había sido – como artista y como persona. En el pasado, siempre tomó una ruta más vaga en la composición de canciones, favorando experiencias universales con sus compañeros sobre las más personales. Crear este proyecto solista le dio espacio para hacer lo opuesto. En lugar de esconderse detrás de ideas ambiguas, Luppen encuentra el valor de escribir sobre su propia vida – una ruptura seria, un problema de salud, sexualidad, y descubrir su propia personalidad – con una incisiva especificidad.
Escrito principalmente en los descansos entre los 112 conciertos del tour promocional de Bambi de Hippo Campus, entre 2018 y 2019, Lupin estaba en un inesperado camino a la seguridad. También ofreció un escape de la rutina de giras interminables y una forma para que Luppen procesara eventos importantes de su vida a través de la música. "Vampire", por ejemplo, fue escrita después de que una tomografía reveló una masa anormal en su cerebro, dejándolo bajo la impresión de que estaba muriendo. "Lazy", una de las canciones más importantes del álbum, trata de la depresión y de las dificultades de una ruptura difícil.
Aún así, Lupin tiene un brillo dinámico. Inspirado tanto por Pop 2 de Charli XCX como por Tears for Fears, new wave de los 80, y Prince, el álbum se mantiene fiel al deseo de hacer música de los 80 a través de la tecnología moderna. Con contribuciones de sintetizador y programación de Jim-E Stack y Buddy Ross, Lupin entrelaza bucles de batería fragmentados, falsetto, enredos de sintetizadores y guitarras afiladas, el producto final es un inusual brillo pop, guiado más por la intuición y los sentimientos que cualquier otra cosa.
Trabajando junto al productor BJ Burton (Bon Iver, Low, Charli XCX), el dúo pasó varias sesiones intensivas recolectando material, fusionando las capas necesarias pero siempre manteniéndose fieles al propósito de las canciones. Esa idea se siente particularmente evidente en la caótica y penúltima canción “Gloomy,” una mezcla salvaje de muestras de banjo encima de explosiones gigantes y sintetizadores Juno que reflejaban la angustia interna de Lupin en ese momento. También la deslumbrante “KO Kid,” que invoca un sentimiento despreocupado, siendo una melodía improvisada encima de una misma linea de guitarra.
Para Luppen, el aprendizaje de producir su propio álbum, y de ser el único encargado de su sonido se sintió vulnerable - al igual que escribir tan explícitamente sobre sus problemas. Haciendo el disco se reconcilió con la idea de que estaba bien ser él mismo, ser raro, cometer errores y disfrutar las partes de si mismo que usualmente no dejaba salir.
- "Pasé mucho tiempo pensando que tenía que esconderme detrás de otras personas u otras cosas, pero me di cuenta de que soy perfectamente capaz de hacer esto solo, soy perfectamente capaz de tener esta visión." Luppen explica. "No creí que lo fuera, pero existía este lado completamente distinto de mí que había ocultado por miedo todo este tiempo."