En Marzo de este año se cumplieron tres décadas del lanzamiento de “Loser” (1993), éxito que paradójicamente salvó a Beck de la perdición y que le permitió forjar los cimientos de lo que se convertiría a la postre en una fructífera trayectoria. Antes de dar en el clavo y descifrar la fórmula correcta para hacerse conocido en la escena pop/rock alternativa de los noventa, el camino de este talentoso músico no había estado exento de fracasos e incertidumbre, primero probando suerte en las calles de New York con una postura más cercana al subgénero antifolk y posteriormente de retorno en su natal Los Ángeles carroñando pequeños shows de relleno en clubes de rock que apenas le alcanzaban para subsistir y muchos menos para hacer relativamente conocida su confusa propuesta creativa.
Por Gustavo Inzunza
Existe un antiguo proverbio que dice que quién encuentra un amigo encuentra un tesoro y en el caso de Beck Hansen esta máxima se aplica a la perfección. Por aquella época su amigo Tom Rothrock estaba iniciando el sello independiente Bong Load Records y al escuchar su material vio algo del talento que hasta ese momento había pasado completamente desapercibido para el resto del mundo y decidió darle una oportunidad juntándolo en un estudio con el productor de hip hop Carl Stephenson. Es justamente en esta espontánea sesión donde nacen los primeros trazos de la icónica canción, primero a través del sampleo de un fragmento de guitarra de una canción de Beck, a la que posteriormente se le agregó una base de batería tomada de un disco de Johnny Jenkins y una melodía con un sitar, todo coronado con una letra improvisada que buscaba sin éxito emular el característico estilo de Chuck D, líder de Public Enemy.
El resultado obtenido de estas primeras tomas fue decepcionante, a tal punto que el blondo cantante no tuvo problema en reconocer que era el peor rapero del mundo, un perdedor y sin quererlo se encontró con el pegajoso estribillo bilingüe que su canción necesitaba para cobrar sentido (“Soy un perdedor / I’m a loser baby, so why don’t you kill me?”). A partir de ese punto el proceso creativo fluyó de manera natural y en menos de seis horas se logró un producto que mezclaba una variedad de estilos, una letra que coqueteaba con lo absurdo, pero sobre todo un himno que eventualmente lograría empatizar con toda una generación de jóvenes que vieron en Beck una propuesta irreverente y transgresora. “Loser” se publicó el 8 de Marzo de 1993 como un single en vinilo, inicialmente de solo 500 copias, convirtiéndose en una verdadera sensación radial y llamando rápidamente la atención de grandes sellos discográficos.
Eventualmente Beck decide firmar con DGC, sello discográfico dependiente de Universal Music Group, con quienes edita el álbum “Mellow Gold” (1994), placa que tenía una versión más profesional de “Loser” como principal atractivo y gancho comercial, y que como parte del proceso promocional dio vida al video del tema dirigido por Steve Hanft, quien en una suerte de collage se encargó de unir varias cintas de 16mm registradas en múltiples locaciones. Cuando uno se detiene a analizar la figura excluyente de Beck no es difícil descifrar que su principal acierto no fue hacerse conocido, sino que fue sobreponerse a las expectativas de ese primer gran éxito, del que muchos artistas nunca se recuperan, y utilizarlo como punta de lanza para penetrar el mercado e introducir en sus entrañas su particular visión de la música.
BECK EN CHILE
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