Avenged Sevenfold vuelve a Latinoamérica con una parada en Santiago el próximo 28 de septiembre en el Movistar Arena. La banda de Huntington Beach arriba con Life Is But a Dream…, su trabajo más ambicioso y arriesgado hasta la fecha, que fusiona metal, psicodelia, jazz y rock progresivo en un relato cargado de existencialismo. Tras siete años de silencio discográfico, el quinteto liderado por M. Shadows promete una noche en la que lo impredecible será el hilo conductor, con un set que combina clásicos y los pasajes más enigmáticos de su último álbum.
Por: Paz Rojas G
Desde que lanzaron su debut Sounding the Seventh Trumpet en 2001, Avenged Sevenfold ha demostrado que no está dispuesto a repetirse ni a encasillarse en un solo género. Nacidos en Huntington Beach y forjados en la escena del metalcore, rápidamente dejaron atrás la etiqueta para expandir su sonido hacia terrenos más ambiciosos. Cada disco ha sido una declaración de intenciones: desde la ferocidad de Waking the Fallen (2003), pasando por el pulso melódico de City of Evil (2005), hasta la versatilidad de su álbum homónimo en 2007, donde cerraron con la macabra mini-ópera A Little Piece of Heaven y la balada sureña Dear God.
En Nightmare (2010) enfrentaron la tragedia de la muerte de su baterista Jimmy “The Rev” Sullivan, transformando el dolor en uno de sus discos más oscuros y catárticos. Más tarde, con Hail to the King (2013) abrazaron un sonido más clásico y directo, mientras que The Stage (2016) se convirtió en su primera gran inmersión en el metal progresivo, con un enfoque conceptual que reflexionaba sobre la inteligencia artificial y el destino de la humanidad.
Siete años tuvieron que pasar para que A7X regresara al estudio, y el resultado es quizás el trabajo más arriesgado de su carrera. Life Is But a Dream… (2023) es un disco que no solo profundiza en el metal progresivo, sino que lo desarma y lo vuelve a armar con piezas de jazz, funk, industrial, música clásica y hasta guiños a la electrónica. Es un álbum que gira en torno a la muerte, pero que no se hunde en la solemnidad: por el contrario, vibra en lo inesperado, en los contrastes y en la sorpresa.
Desde el inicio con “Game Over”, que arranca con guitarras españolas antes de transformarse en un thrash/punk frenético, el disco anuncia que nada será convencional. Le sigue “Mattel”, donde lo operático y lo pesado conviven en un mismo espacio, y “Nobody”, quizás el tema más representativo de este universo sonoro: oscuro, abrasador y con una densidad que envuelve al oyente. “We Love You” lleva esa misma energía aún más lejos, saltando entre el punk, la electrónica y el hardcore con una naturalidad que solo una banda madura puede lograr.
El viaje se expande con “Cosmic”, la pista más larga, que suena como un himno espacial entre la calma y el caos, y con “Beautiful Morning”, donde los riffs pesados y las referencias teológicas construyen un paisaje sombrío. Pero también hay momentos inesperados: “Easier”, que recuerda a Daft Punk bajo un filtro metalero; o la tríada “G”, “(O)rdinary” y “(D)eath”, donde caben funk, soul, jazz y pop sin que la narrativa del álbum pierda consistencia. El cierre, con la instrumental “Life Is But a Dream”, es un epílogo de piano que baja las pulsaciones y deja al oyente suspendido, casi como en los créditos de una película.
La producción de Joe Barresi (conocido por su trabajo con Tool y Queens of the Stone Age) aporta crudeza y claridad, permitiendo que cada capa instrumental respire y, al mismo tiempo, se choque con las demás. Synyster Gates, además de las guitarras, se encargó de orquestar arreglos y explorar nuevos instrumentos, llevando el virtuosismo a otro nivel. Brooks Wackerman, en la batería, aporta complejidad rítmica y variaciones constantes que hacen que ninguna canción se estanque.
Lo que logra Life Is But a Dream… es justamente eso: sacudir la expectativa del oyente. No es un disco fácil, pero sí uno que exige varias escuchas y, en ese proceso, termina revelando una riqueza poco común en el metal mainstream.
Y ahora, esta apuesta llega a Chile el próximo 28 de septiembre en el Movistar Arena, donde los fanáticos podrán verlos en vivo, en el marco de una gira que combina este nuevo material con los clásicos que definieron a una generación. Canciones como Bat Country, Nightmare o Hail to the King seguramente convivirán con la experimentación de Nobody, Game Over o Cosmic. Para quienes han seguido la evolución de Avenged Sevenfold, esta noche significará ver cómo una de las bandas más camaleónicas del metal despliega todo su arsenal, entre la nostalgia, la innovación y la certeza de que aún les queda mucho por decir.