El retorno de la maquinaria alemana a Chile se vio marcado por un repaso magistral en lo sonoro y sobre todo, en lo visual. El cuarteto obsequió una noche de lujo en el domo del Parque O’higgins con un show que bordeó las dos horas de duración y que remarcó su estatus de leyendas musicales.
Por Fernando Vilches
Foto por Luis Marchant
El sonido de la historia dijo presente en nuestro país por cuarta vez. Kraftwerk tiene una envergadura tan contundente, que en ocasiones es difícil de dimensionar. Y esto puede tener una gran cantidad de explicaciones y teorías, como la poca exposición mediática de sus integrantes, los conceptos de sus proyectos, la ausencia de colaboraciones, entre tantas otras razones. Pero lo cierto es que su trascendencia está puesta sobre la mesa, es indiscutible.
Sus influencias se han reflejado a través de los diferentes paisajes sonoros que nos ha ofrecido la música contemporánea durante los últimos años. No debería ser un secreto la tamaña responsabilidad de los alemanes sobre los sonidos que desprendieron los últimos años de los 70’ y los inicios de la década siguiente, pasando por artistas como David Bowie, Depeche Mode o The Human League. Incluso y por qué no, atrevernos a mencionar bandas y proyectos más recientes como Daft Punk o Aphex Twin. Y es que el histórico conjunto fue capaz de traspasar estilos y generaciones, algo que probablemente seguirá haciendo por la posteridad de los tiempos.
El haber podido presenciar los emblemáticos sonidos y las envolventes visuales de una catedral de la música, fue sencillamente un placer. Por lo mismo, en esta Live Review, queremos transmitirles todas las emociones y sensaciones que nos dejó el concierto de la maquinaría alemana. Una experiencia plausible, digna de una potencia artística como lo es y será Kraftwerk.
La masiva convocatoria que llegó al Movistar Arena comenzó lentamente a instalarse en sus asientos y la tensión por ver a los alemanes crecía y crecía. Para esta ocasión, el recinto sufrió una modificación de último minuto: Se ocuparía solo la mitad del Movistar para así mejorar la experiencia de los asistentes.
Foto por Luis Marchant
Las 21:00 horas. traducían todas esas emociones a que la espera se había terminado, sin embargo pasaron con exactitud 15 minutos para que el cuarteto - compuesto por Fritz Hilpert, Henning Schmitz, Falk Grieffenhagen y Ralf Hütter – hiciera su aparición en el imponente escenario. Una puesta en escena que desde el comienzo, lució prometedora. Las clásicas cuatro consolas – que son ya un emblema de la agrupación – esperaban por sus usuarios sobre una tarima con luces led. Una vez que los virtuosos llegaron, las luces del recinto santiaguino tornaron a negro para así dar paso a la introducción del espectáculo.
Al más puro estilo de “Matrix”, las pantallas comenzaron a lanzar números en color verde y a medida que estos se movieron, los dispositivos de Kraftwerk hicieron lo suyo. El trío predilecto que dio inicio a este viaje fue “Numbers”, “Computer World” y “Computer World 2”, que presentaron la tónica de la jornada. Un centro de experimentación visual tremendo que dirigió la mirada hacía dos elementos que fueron en primer lugar, los luminosos trajes de los integrantes que cambiaban de color en perfecta sincronización con las canciones y luego, las extraordinarias visuales que complementaron de manera exquisita la música. Y es que si vas a ver a Kraftwerk, debes saber que inminentemente lo visual tomará un notorio protagonismo.
De manera casi inmediata se nos obligó a subirnos a la flota espacial del cuarteto de Düsseldorf. “Spacelab, una canción un tanto inmersiva, que nos transportó a la capital de Chile y así lo vimos a través de las pantallas grandes. Cuando el Costanera Center hizo su aparición y luego el Movistar Arena en cuestión, fuimos testigos del camino que tomó la banda para llegar a nuestro país. El momento del color rojo llegó con “The Man-Machine”, track que arrojó de lleno la dualidad entre las maquinas y el humano. La reconocible robótica voz de los sutiles coros y el eléctrico tintineo de los sintetizadores fueron parte del hipnótico momento.
El segundo viaje tuvo que ser de manera terrestre. Una vez que “Autobahn” llegó a los oídos de cada fanático presente, dos clásicos autos como lo son el “Mercedes Benz W 116” y el “Volkswagen Beetle” fueron los encargados de llevarnos por un viaje por la autopista. Así es, la A555 - que inspiró la creación de este tema- , hizo su aparición de forma animada y a través de verdes planicies sentimos la mezcla de sonidos y texturas que nos entregó esta canción. “Computer Love” nos llevó por melancólicos pasajes como “Another Lonely Night” o “Stare At The TV Screen” y la aparición de “The Model” junto a su videoclip en pantalla, provocó una espontanea colección de gritos y aplausos.
Ya a esta altura de la noche era recurrente ver a personas bailando y moviéndose al ritmo de los alemanes, que mostraron un heterogéneo repertorio plagado de hits. Por supuesto que la interacción con su público fue casi nula y eso es parte de la carta de presentación de Kraftwerk, atiende a la perfección el concepto que manejan. Una banda que se caracteriza por su impecable templanza y eso lo demostraron de manera contundente.
Con una hora y veinte minutos de concierto encima, “Radioactivity” arrojó sobre la mesa la campaña anti-radiación que demuestra la canción, mencionando en sus gráciles líricas ciudades como Chernóbil, Harrisburg o Hiroshima e incluso señalando a Madame Curie. Luego vendría la colección completa del “Tour de France” y los sonidos de cadenas de bicicletas o jadeos de ciclistas – hechos por Hutter – no se quedaron fuera. Junto a un marcado tricolor rojo-azul-blanco en sus trajes y una antología de carreras del tour, quedó en tinta imborrable el momento cúspide de la noche.
“The Robots” se asomó lentamente por la tarima de los intérpretes alemanes y las visuales mostraron quizás el elemento más representativo de Kraftwerk: los dumies, quiénes son los robots de camisa roja y corbata negra. Este fue el último tema del álbum “The Man-Machine” en aparecer esta noche y sorpresivamente solo les faltó uno por tocar, el cual fue “Metropolis”. Es un dato importante a tener en cuenta y que nos entrega una de las razones por la cual este proyecto es el más importante de la historia de la banda. Tan solo ocho años de carrera aproximadamente llevaban como conjunto establecido y este disco bastó para consolidarlos como pioneros en su género.
Foto por Luis Marchant
Luego de un breve encore - que sugería el final del espectáculo – habían dos canciones adicionales en el tintero. “Planet of Visions” retomó los ánimos del público y “Boing Boom Tschak” recreó los típicos impactos de batallas que reflejan los comics de superhéroes. “Music Non Stop” fue la responsable de cerrar la colosal velada, otorgando potentes bases y fascinantes bocetos de la banda en las pantallas grandes.
Cada integrante del grupo tuvo un instante para demostrar su talento en solitario sobre las consolas y al retirarse, una reverencia bastó para mostrar ese agradecimiento a los miles de asistentes que vivieron una experiencia única. El Movistar Arena explotó en ovaciones cuando llegó el turno de Ralf Hütter, uno de los fundadores originales de la banda, quién además de una reverencia, se llevó la mano al corazón, demostrando esa humanidad que tanto hablamos, que también está muy latente en la banda.
Ni un centenar de libros podrían materializar la influencia e historia de Kraftwerk. Lo cierto, es que la pasada noche vivimos y disfrutamos un pedacito de esta.
Setlist:
- Numbers / Computer World / Computer World 2
- It’s More Fun To Compute / Home Computer
- Spacelab
- Airwaves / Tango
- The Man-Machine
- Electric Café
- Autobahn
- Computer Love
- The Model
- Neon Lights
- Geiger Counter / Radioactivity
- Tour de France Étape 1 / Chrono / Tour de France Étape 2
- Trans Europe Express / Metal On Mteal / Abzug
- The Robots / Robotronik
ENCORE - Planet Of Visions
- Boing Boom Tschak
- Music Non-Stop
Galería fotográfica por Luis Marchant M.
KRAFTWERK