La banda neoyorquina firmó una victoriosa nueva visita a nuestro país con un potente show en Club Chocolate. Con formación estelar y un sonido impecable, los rostros ícono del metal alternativo afroamericano demostraron con creces su vigencia a base de talento y carisma sobre el escenario.
Por: José Tomás Prado
Foto: Luis Marchant
La antesala al reencuentro vendría por parte de los nacionales Paralaje, quienes con su propuesta de hardcore, metal y rap soltarían los primeros grandes riffs de la noche. Como una suerte de Rage Against The Machine un poco más pesado y lleno de mensajes apelando a la identidad y conciencia nacional, la banda oriunda de la cuarta región sacó aplausos ante un público que quedó satisfactoriamente sorprendido.
Tras una media hora, el cuarteto neoyorquino ambientó todo con la clásica marcha imperial de Star Wars y se presentó en escena con el carisma que les ha llevado a generar una suerte de amistad con nuestro país. Vestidos con mucha menos parafernalia que aquellos intensos años de MTV, el conjunto esperó con los instrumentos en la mano hasta que el genial Corey Glover pisó el escenario capitalino y se desató la locura.
Con la estruendosa distorsión que abre "Leave it Alone", Reid y su guitarra dieron el paso a la estupenda banda que logró hacer saltar a las primeras filas casi de manera instantánea. No se necesitó escuchar ni el primer coro para darse cuenta que la calidad y técnica gospel de Glover no ha envejecido ni un poco, manejando a la perfección un impresionante registro que ya hace semanas lleva maravillando a quienes han asistido al pie latinoamericano de la gira. La inmediatez hacia "Desperate People" no dio tiempo a descansos y la mini cancha del club ya volvía a saltar como loca.
Tras tomar un poco de aire, Vernon gritó "Hola Santiago!" al mismo tiempo que el club entero coreaba el nombre de la banda, el cariño parece estar intacto y más fuerte que nunca.
Una primera media hora que pasó realmente volando fue adornada por increíbles versiones de "Ignorance Is Bliss", "Bi" y la experimental "Auslander", que fue seguida a la perfección por el público (en su mayoría adulto) que poco a poco empezaba a apretarse en un recinto prácticamente lleno. Con una sencilla pero eficiente puesta en escena, la banda parecía sentirse en su propia sala de ensayo gracias a un carisma y gozo al tocar que era más que notable. Por su parte, Corey se encargaba de alentar a sus compañeros en cada solo y a poco a poco ir despojándose de un llamativo abrigo de piel largo.
Las clásicas "Funny Vibe" y "Open Letter (to a Landlord)" fueron de las mejores elecciones de su cancionero noventero para dar la posibilidad a los músicos de realizar increíbles improvisaciones que se nutrieron de interesantes pedales de efectos. Tras el pase de sus compañeros, el estupendo baterista Will Calhoun se tomó la libertad de ocupar una caja de ritmos e improvisar un estupendo solo de batería que aprovechó de la mejor manera una preciosa batería de doble bombo. Con los elogios del público, la banda se recompuso para volar a través de un medley que mezcló "White Lines (Dont Dont Do It)", "Apache" y "The Message" para aterrizar en la famosísima y sarcástica "Glamour Boys".
Con sus letras cargadas de temáticas sociales y profundas reflexiones que nunca dejan de lado el poder de la guitarra de Reid, la banda concretó la hora y media en un abrir y un cerrar de ojos. Así se siente cuando los conciertos son buenos.
Como una avalancha de hits que no pretendía detenerse, la presentación fue alcanzando nuevos niveles de emoción cuando "Love Rears Its Ugly Head" y "Time's Up" resonaron con una fuerza imparable que desató la locura de un club en llamas. Como no podía ser de otra forma, "Cult of Personality" logró que todos los presentes se levantaran de sus asientos y cantaran a todo pulmón un verdadero himno del rock noventero. Con Corey dando lo mejor de sí, la banda soltó los últimos solos de la noche para que la estupenda "Solace of You" fuera la perfecta puerta de salida del conjunto neoyorquino.
Ante el caluroso cariño de sus fanáticos chilenos, el cuarteto selló de manera perfecta una esperada nueva visita a nuestro país y se despidió en el momento más alto de una noche más que agradable en la capital.
Galería fotográfica por Luis Marchant
PARALAJE
LIVING COLOUR