En un repleto Teatro La Cúpula, Geordie Greep regresó a nuestro país esta vez en plan solista, desbordando energía, carisma y creatividad presentando “The New Sound”, en una noche donde dictó clase como el mateo del salón.
Por: Matías Muñoz

Fotos: Francisco Aguilar
Greep es un fenómeno curioso. Y el fenómeno Greep es una experiencia por sí sola. El músico, que debutaba en nuestro país como solista, repletó el Teatro La Cúpula con un set de sólo 9 canciones -prácticamente el disco completo- como presentación oficial.
A eso de las 21:00 hrs y con un leve retraso, desfilaban entre la multitud acalorada parejas de traje y corbata, bien presentados para la ocasión mientras la ansiedad se tomaba la espera con la intro de “The Long Good Friday” de fondo, canción que el músico utiliza de intro a su espectáculo.
De traje negro y camisa blanca, Greep apareció sin guitarra y micrófono en mano, como un crooner moderno, para desatar la locura con “Walk Up”. Y es que no bastaba más para experimentar lo que hoy pasará a ser un fenómeno casi de culto y el fervor y entusiasmo que sorpresivamente produce en nuestro país.

Greep, movedizo sobre el escenario, ha adquirido una nueva personalidad al momento de iniciar esta etapa solista. Es Geordie versus Greep, una versión más madura, misteriosa y atractiva de un músico que convivía con el caos y el descontrol y que hoy es el director de orquesta.
Ahora acompañado de una talentosísima y carismática banda brasileña, administra el caos y el descontrol con mayor personalidad y carisma. Se potencian y se enfrentan, bromean, improvisan y dan vida a nuevas y únicas versiones de cada una de las canciones
Se acerca al público, dialoga y cada vez que puede se hace del micrófono secundado por bongos y percusiones latinas que lo convierten en ese instante en un Colón o Lavoe apenas comienza a sonar “Terra” y hasta que vuelve a ser él mismo en las extensas secciones de improvisación que adornan cada final de cada canción.
“The New Sound” nuevamente desata la locura y el baile junto a “Through a War”. A esta altura, el entusiasmo era tal que tras pedirle al público que retrocediera debido al atochamiento, la producción decidió rápidamente -mientras la banda improvisaba a gusto- retirar las rejas y la contención para mayor seguridad. El público, que desbordaba entusiasmo y locura, valoró el gesto con respeto y autocuidado permitiendo que cada uno tuviera su espacio y momento.
Con Greep nuevamente sobre el escenario, el show continuaba sin mayores sobresaltos y una energía única en el acalorado recinto. Era el turno de la frenética “Blues” donde Greep nuevamente tomaba y soltaba la guitarra entre secciones y canto. “Holy, Holy”, el hit de la noche, desató nuevamente la locura para terminar en una extensa improvisación y final extendido.

Geordie Greep es un virtuoso y creativo guitarrista con un sonido más que reconocible. Sin embargo, su protagonismo destaca por esa personalidad magnética de crooner, prefiriendo dar espacio a su banda y tomar a ratos la guitarra para salir del paso con algún solo. “Bongo Season” siguió esa lógica, extendiéndose nuevamente entre improvisaciones y jugueteo con el público.
Hacia el final, cuando las energías ya decaían, “As If Waltz” y “The Magician” asomaron como un momento mágico de cierre, con una emotiva interpretación al piano.
La experiencia Greep es agotadora física y mentalmente. Demasiada energía contenida y liberada para luego terminar en dos suaves baladas es una mezcla perfecta entre los colores que adornan cada sonido y canción. Sus improvisaciones empalagosas y finales extendidos requieren de energía y concentración que se inyecta en cada tema. Aún así, la experiencia Greep, sorpresivamente eufórica en nuestro país, es un deber ser imperdible.