Codeine en Chile: tristeza a paso lento y el arte de ir despacio

No estoy muy seguro de cómo empezar esta reseña. El show de esta noche en el Teatro San Ginés, siendo la primera (y probablemente última) vez de Codeine en Chile, fue algo que realmente nunca pensé presenciar. Verlos sobre un escenario local, después de tantos años de inactividad, tuvo un peso especial. Era una de esas presentaciones que se sienten irrepetibles, tanto por lo que representan como por la forma en que ocurrieron, simples, honestas y sin adornos innecesarios.

Por Joaquín Bravo

Fotos por Agustín León

Hablamos de una banda pionera de todo un género. Codeine ayudó a definir el slowcore, un sonido marcado por la lentitud, el espacio y la melancolía, que en los noventa se diferenciaba del ruido dominante de la época. Su regreso a los escenarios y su segunda vida gracias al sello Numero Group no solo alegran a quienes han seguido su historia, sino que también abren un panorama más amplio para que otras bandas del mismo sello (dedicado a rescatar proyectos de culto y grabaciones olvidadas de las mismas) puedan llegar a tocar en Chile y el resto de Latinoamérica.
El crecimiento de este tipo de propuestas en los últimos años no es casual. Internet, las redes sociales y plataformas como RateYourMusic han permitido que nuevas generaciones descubran la música de Codeine y la hagan propia. Muchos de los presentes en el teatro conocieron al grupo a través de esas vías, y eso se notaba en la mezcla de edades, estilos y acentos en la sala. Todos compartían el mismo interés por presenciar algo que durante mucho tiempo parecía imposible.

Ya habiendo desahogado parte de mi emoción por lo recientemente vivido, paso a comentar la noche. Los encargados de abrir el show fueron los chilenos Tierra del Fuego, quienes ofrecieron un set breve, melódico y bien ejecutado. Su sonido, marcado por guitarras suaves y una atmósfera envolvente, encajó perfectamente con el espíritu del evento. Fue una introducción ideal para preparar al público antes del tono contenido y denso que traería Codeine.
A la hora exacta, Stephen Immerwahr, John Engle y Chris Brokaw subieron al escenario. Sin preámbulos ni discursos largos, comenzaron su set con la misma calma que caracteriza su música. Tocaron canciones de todas sus etapas, incluyendo material de su más reciente lanzamiento de 2023. El público escuchó con respeto, casi en silencio, completamente enfocado en cada cambio de ritmo y cada nota prolongada. Hubo pocas pausas entre canciones, y en realidad no hacían falta, ya que todo fluyó con naturalidad, como si cada tema formara parte de un mismo hilo.

El sonido fue impecable. La guitarra sonaba limpia y precisa, el bajo mantenía esa sensación de peso constante, y la batería, lenta y contenida. La interpretación fue fiel a su estilo, sin grandes gestos, sin adornos, pero con una convicción absoluta. Después de un bloque intenso de canciones, la banda se retiró brevemente, para volver minutos más tarde con un pequeño encore de tres temas que cerraron esta noche llena de emotividad.

El Teatro San Ginés estaba parcialmente lleno, pero el ambiente era el de una cita esperada por mucho tiempo. Entre el público se podían ver rostros de distintas generaciones. Algunos que habían seguido a la banda desde los noventa y otros que la conocieron recién en los últimos años. Esa mezcla le dio al concierto un carácter especial, un sentido de continuidad entre quienes vivieron la música en su época y quienes la descubrieron después.

El recinto fue un acierto en términos de intimidad y acústica. El sonido se escuchó nítido y equilibrado, y el espacio generó una cercanía con la banda que pocos lugares logran. Esa sensación se reforzó al final, cuando los tres integrantes se acercaron del para saludar, firmar discos, setlists y entradas, y agradecer con genuina humildad a todos los asistentes. Fue un cierre simple, pero muy significativo para mí, como también para los que se acercaron a la banda post show.

Solo queda agradecer a Beatnik por hacer posible este concierto, por elegir un espacio cómodo y mantener la puntualidad en todo momento. Ojalá esta visita sea el inicio de una serie de presentaciones similares, que traigan a Chile más bandas de este nivel y trayectoria (como el gran repertorio de Numero Group). Codeine dejó una impresión profunda por su honestidad y su capacidad de conectar con un público que, al igual que su música, valora los silencios y los tiempos lentos. Gracias por una noche linda, sencilla y emotiva. Una noche de esas que de esas que cuesta olvidar.

Setlist:

  1. D
  2. Cigarette Machine
  3. Barely Real
  4. Loss Leader
  5. Median
  6. Washed Up
  7. Tom
  8. Jr
  9. Sea
  10. Pickup Song
  11. Atmosphere
  12. Pea
  13. Summer Dresses
  14. Cave-In
  15. Promise of Love
  16. Broken-Hearted Wine

CODEINE