Cuatro décadas después de su debut discográfico, Bon Jovi vive una suerte de segundo aire con el lanzamiento de su decimosexto álbum de estudio, “Forever” (2024). Un timing perfecto para un estreno que se potencia con el anuncio de la miniserie “Thank you goodnight: La historia de Bon Jovi” vía Disney+, que a través de cuatro episodios realiza un completo recorrido por la turbulenta carrera de los nativos de Nueva Jersey. Este nuevo trabajo viene a esclarecer la incertidumbre en torno al estado de salud de Jon Bon Jovi, quien incluso debió someterse a una intervención quirúrgica en las cuerdas vocales en 2022 y nuevamente cuenta con la producción de un viejo conocido: John Shanks.
Por Gustavo.Inzunza
Más allá de engrosar la fructífera discografía de Bon Jovi, este larga duración se alza como una afirmación de optimismo y buenas sensaciones, y así lo evidenció el vocalista con las declaraciones que hizo durante el anuncio de su lanzamiento: “Este disco es una vuelta a la alegría. Desde la composición, pasando por el proceso de grabación, esto es subir el volumen, un retorno a la música que te hace sentir bien”. “Legendary”, el primer single del álbum, es el encargado de abrir los fuegos y de inmediato se hace presente esa impronta sonora tan característica de la banda que tan buenos dividendos a dado a lo largo de su trayectoria. De la mano de “We Made It Look Easy” el álbum se sumerge en escenarios melódicos y pausados, con una energía rockera que amenaza por explotar pero que se mantiene bajo contención.
“Living Proof” es una remembranza ochentera, en donde Bon Jovi trae de vuelta los efectos tan típicos del talk box, pieza que rápidamente postula para convertirse en uno de los grandes cortes de la placa y que inevitablemente nos trae a la memoria los clásicos “Livin' on a Prayer” (1984) y “It's My Life” (2000). “Waves” y “Seeds” no toman mayores riesgos y se mantienen fieles a una formula cargada al pop/rock, con guitarras bien ejecutadas, bases controladas que nunca terminan por despegar y la voz cristalina de Jon Bon Jovi. Una hermosa melodía de piano introduce la delicada “Kiss The Bride”, que sumada a la sensibilidad de los violines, una bella letra y la dulzura de la voz configura una exquisita balada. “The People's House” tropieza con la monotonía de una propuesta carente de creatividad, no aportando ningún elemento diferenciador y pasando casi desapercibida. Si hablamos de influencias resulta innegable que “Walls of Jericho” tiene muchos destellos de Bruce Springsteen, con una melodía ágil 100% comercial que encaja a la perfección con el tono lúdico del álbum.
“I Wrote You A Song” vuelve a bajar las revoluciones y toma la senda de la base rítmica del piano y el teclado, una pausa que siempre viene bien para tomarse un respiro. “Living in Paradise”, canción escrita en conjunta con Ed Sheeran, rápidamente se diluye en sus altas expectativas, destacando solo por el intento de inyectar energía y potencia a un disco más cercano a los ritmos pausados, pero que no termina por convencer y que difícilmente logrará estar en el podio de los grandes cortes del álbum. El gran problema con “My First Guitar” es que si se va a tomar el riesgo de hacer una canción dedicada a su primera guitarra las cuerdas debiesen ser protagonistas excluyentes, en medio de un mar de arreglos, florituras y solos, y no solo tener chispazos de virtuosismo hacía el final del tema. El disco cierra con una de sus mejores canciones, la balada con pinceladas country de “Hollow Man” hace brillar la voz del frontman, casi anticipando que todavía queda mucho camino por recorrer y que no es descabellado pensar en una nueva gira mundial.
En medio de los rumores de un eventual regreso de Richie Sambora y la incertidumbre por la salud vocal de Jon Bon Jovi, este nuevo álbum de estudio deja un conjunto de sensaciones encontradas, por un lado representa un par de pasos adelante respecto a lo que habían sido sus últimas tres producciones, pero en la otra cara de la moneda se evidencia un disco inmaduro, lleno de altibajos sonoros y tracks altamente descartables. Queda esa incomoda sensación que con unas letras más trabajadas, la visión renovada de un nuevo productor y una banda más protagonista, se podría haber logrado un disco mucho más cercano a la mejor época de la banda. Más allá del impacto comercial que pueda tener “Forever”, queda claro que la maquinaria de Bon Jovi todavía tiene combustible para seguir produciendo éxitos.