“A juzgar por la reacción, lo vamos a pasar muy bien” y casi como si fuese una predicción el show de poco más de dos horas de Arturo Sandoval fue un rotundo éxito la noche del martes en el Teatro Nescafé de las Artes. Donde la eminencia cubana se paseo por los distintos estilos de jazz que lo han hecho famoso, con una fluidez y encanto incomparable.
Por Valentina Morales
Foto por Francisco Rojas
Son las 20:55 y comienzan a subir los músicos al escenario, para proceder a entregarnos una pizca de lo que será el show: profesionalismo, pasión, espíritu y talento. Y es que si bien tuvimos un pequeño telonero, los mismos músicos de Arturo Sandoval sirvieron como segundo telonero antes de que el maestro subiera al escenario.
21:07 “good evening everybody, please welcome to the stage Arturo Sandoval”, su saxofonista, Mike Tucker, lo presenta ante un público que aplaude su entrada triunfal con un paso un tanto cansino. Rodeado de aplausos, tanto del público como de su propia banda, Arturo Sandoval se dispone a hablar. “Estos muchachos tocan tan bien que ni me necesitan acá.” bromeó al inicio Arturo Sandoval “pero la verdad es que me hacen muy feliz y es para mi un privilegio poder compartir el escenario con mis buenos amigos"*. Una banda fenomenal que merece todos los aplausos, flores y buenos deseos habidos y por haber. Músicos profesionales, algunos de la prestigiosa escuela de música de Berkeley (detalle que Arturo se aseguró de destacar).
“Bueno ahí vamos, ojalá les guste, y si no les gusta, no nos lo hagan saber, pero si les gusta, déjenoslo saber porque eso es muy bueno y nos entusiasma” y sumado a aplausos comienza oficialmente ahora sí el show de Arturo Sandoval.
Cuando alguien tiene una carrera tan extensa como Arturo Sandoval, donde ha pasado por tantos subgéneros del jazz es difícil predecir qué podría armar como setlist, a qué estilo se apegará más, pero hizo lo mejor que podía habérsele cruzado. Un repaso de lo mejor de su prolífica carrera de más de cuatro décadas, mezclada con una cercanía muy especial, muy caribeña, y donde como un buen contador de historias fue hilando cada estilo musical con su paso por diferentes íconos del jazz, además de sus historias personales, en Cuba, con su mujer, con sus maestros del jazz.
Uno de los momentos álgidos del show se dio al medio de este, donde evocando con la técnica del scatting a los distintos genios de Bebop, estilo jazzístico caracterizado por ritmos asimétricos y acelerados -en contraposición al conservadurismo del swing. Género que lo ha posicionado como figura mundial tras ser alumno aventajado del también legendario músico Dizzy Gillespie, a quien mencionó durante el concierto.
Bastante testosterona había en el escenario, con una banda de puros hombres, que fue cortado gracias a la intervención de la cantante chilena Andrea D’Arriarán. Quien con una elegancia logró plantarse en el escenario a interpretar “Route 66” versión swing.
En definitiva el concierto de Arturo Sandoval fue un trocito de no solo su talento musical, que es innegable e inconmensurable, si no que de su vida personal donde pasó de tocar la trompeta al scatting, a cantar y a tocar el piano. Ésta último instrumento tuvo una hermosa historia, donde Sandoval retrató que cuando era niño, mientras crecía en el pueblo de Artemisa, Cuba, quiso inicialmente a prender a tocar el piano, pero que fue guiado en otra dirección ya que, en palabras sencillas, tocar piano era para “señoritas”, por lo que así terminó cayendo en la trompeta. Pero que ahora de viejo, ha decidido tocar la trompeta de día, y en las noches practica con el piano “y como ahora ya me dan permiso, voy a tocar un poquito el piano". En uno de los momentos más mágicos de la noche donde previo a tocar “Sureña”, esbozó en el piano, a modo de estilo libre una versión de “Gracias a la Vida” de Violeta Parra.
Si algo tuviese que agregar al show, que más que una crítica sería una sugerencia a la audiencia, sería un poco más de respeto. Al inicio, antes que entrara Arturo Sandoval con su banda, había un telonero, DJ que estaba simplemente calentando los motores del show. Fue una falta de respeto el que gente en Platea Alta comenzara a silbar, pifiar y aplaudir, como si no hubiese nadie en el escenario. Lo mínimo era esperar que el DJ terminara su set, Arturo ya venía, pero el respeto a cualquier artista que se sube al escenario es lo mínimo que se pide de una audiencia que va a disfrutar de música en vivo. Respeto y un mínimo de cultura de conciertos es saber que uno no se va hasta que se completa el bis/encore del show. O sea, respetar ese pequeño momento donde el artista se va del escenario, el público clama por su regreso para interpretar una última canción (si es que somos afortunados será más de una). Una falta de respeto que una buena porción del público se haya retirado del show sin que este haya terminado en un 100%. Así que querido lector, si ya llegó hasta el final de esta reseña, lo único que esta periodista, amante de la música, le pide es, un poco de respeto cuando vaya a ver música en vivo.
Galería fotográfica por Francisco Rojas