12 canciones de un corte final que le volarían la cabeza a millones de personas en 1989. Paisajes sonoros llenos de melancolía y una oscuridad que supo mezclar de manera perfecta la visión gótica de Robert Smith con preciosas melodías. La influencia e impacto de este álbum es invaluable, y a 34 años de su lanzamiento nos preguntamos ¿es realmente una obra maestra?
Por José Tomás Prado
Una pregunta que el mismo Robert Smith se hizo al acercarse el final de la década de los 80'. Movido por la ambición que solo los más grandes saben manejar, el líder de The Cure se convenció a sí mismo de que, al igual que tantos de sus ídolos, debía lograr crear su obra maestra antes de cumplir los 30 años. Con 7 álbumes de estudio publicados, constantes cambios de alineaciones y una temprana crisis de la mediana edad, el oriundo de Crawley sabía que había llegado el momento de hacer algo verdaderamente importante.
La fórmula fue volver a los orígenes oscuros de la banda, saliendo completamente de la atmósfera pop y alegre de "Kiss me, Kiss me, Kiss me", trabajo que le valió discos de oro en Europa y disco de platino en Estados Unidos. Ya con una exposición a nivel mundial y arriesgando un bochorno en la venta de discos, el sello le comentó a Robert que hacer un disco como Pornograhpy resultaría en un "suicidio comercial".
Cansado de figurar como una estrella pop, Smith aprovechó varios meses de 1988 para preparar demos en su departamento de Londres. Como fue la tónica durante los periodos más oscuros de la banda, la relación de los actuales integrantes fue áspera y muy condicionada al uso de drogas duras. El mismo Smith asegura haber tenido la intención de escribir varias de las canciones en un estado deplorable, logrando que los ensayos fueran lo suficientemente incómodos para lograr el sonido que tenía en la cabeza. Con demos listos, la banda inició las grabaciones de Desintegration en los rústicos estudios Hook End de Berkshire, Reino Unido. Fue durante estas sesiones que el alcoholismo del cofundador de la banda, Lol Tolhurst, sobrepasó todos los límites hasta tener que ser expulsado por el mismo Robert Smith a través de una sentida carta.
El fruto de meses de trabajo concluyó en la selección de 12 canciones para la edición original del álbum. Lanzado oficialmente el 2 de mayo de 1989, el octavo disco significó un nuevo revés que aterrorizaba los intereses de su propio sello. Con gran recepción de su fiel público y los aplausos de la crítica especializada frente a esta locura gótica que escapaba de todo lo mainstream de la época, la banda se consolidó a nivel mundial y Robert Smith le cayó la boca a los ejecutivos.
30 segundos de "Plainsong" bastaron para abrirle la boca a todos. En cerca de una hora y 12 minutos de álbum, la banda nos abre las puertas a lo más profundo del imaginario gótico que había logrado conectar con tantas personas alrededor del mundo. El sonido oscuro que abraza con fuerza letras de amor tan sinceras que da miedo, termina por convertir cada canción en un mundo por sí mismo y se siente de alguna manera muy familiar. Canciones como la estupenda "Pictures Of You", "Prayers For Rain" o la siempre recordada como el mejor regalo de bodas "Lovesong" animan un set de temas que conectarán a la perfección por la eternidad y definirían el futuro de la banda.
Desintegration, al igual que los grandes álbumes que Smith tanto admiraba, rompió con el sonido de la época y rejuveneció el rock gótico hasta el punto de hacerlo cool. El aura misteriosa que las guitarras y los sintetizadores aportaron a cada tema fueron tema de estudio para los miles de discípulos de la banda. Los mismos que después adaptarían su propia visión para formar proyectos tan interesantes como Interpol o Slowdive. A 34 años de su publicación, y a días de la segunda visita de The Cure a nuestro país, podemos estar casi seguros de estar del lado de Robert. Es una obra maestra.