Yellow Days, proyecto británico liderado por George van den Broek, conocido por su voz rasgada y su capacidad de generar atmósferas densas y emotivas. Lo que distingue a la banda es su mezcla única de estilos musicales: fusionan soul, funk, psicodelia y pop contemporáneo de una manera poco habitual, creando un sonido que atraviesa épocas y sensaciones. Originarios del Reino Unido, desde sus primeros discos hasta los más recientes, Yellow Days ha logrado consolidarse como uno de los proyectos más innovadores del soul moderno, capaz de transformar cualquier escenario en un espacio íntimo, potente y fascinante.
Por: Gabriela Torres

Fotos: Juan pablo Morales
En su presentación de anoche en Club Chocolate, George y su banda desplegaron un espectáculo lleno de energía, emoción y texturas sonoras que atraparon al público desde el primer instante. Una densa nube de humo se elevó desde el escenario, mientras un juego de luces —azules, ámbar y rojos suaves— envolvía a la banda, creando una atmósfera casi cinematográfica. Cada acorde y cada frase vocal parecía emerger de ese espacio nebuloso, lleno de intimidad y a la vez de potencia.

El setlist repasó lo mejor de su repertorio: canciones de Is Everything Okay in Your World? y A Day in a Yellow Beat, como “A Little While”, “The Curse” e “I Believe in Love”, se alternaron con nuevas exploraciones en vivo. La banda supo equilibrar momentos introspectivos con pasajes cargados de energía, manteniendo al público atento y conectado durante toda la velada.
Uno de los momentos más sorprendentes fue su versión de Bound 2 de Kanye West, transformada completamente al estilo Yellow Days. La voz rasgada de George, el pulso del bajo y la textura soul‑voz‑humo hicieron que el cover se sintiera propio y genuino, provocando la entrega total del público.

Más adelante, sorprendieron con Oh! Darling de The Beatles, un momento donde todo el Club Chocolate cantó al unísono, creando una comunión única entre la banda y la audiencia. Fue un ejemplo claro de cómo Yellow Days puede reinterpretar clásicos y convertirlos en experiencias nuevas y emocionales.
El concierto alcanzó un nuevo nivel cuando George cambió su guitarra por el bajo. Las canciones que siguieron se impregnaron de un groove más profundo y contundente: líneas de bajo dominantes, batería firme y guitarras que giraban en torno al pulso. La intensidad escaló y el público respondió con movimiento, cabeceo y entrega total.
Tras un breve encore, la banda regresó para ofrecer dos últimas canciones, cerrando la noche de manera redonda. Con luces cálidas, la niebla leve y aplausos persistentes, se consolidó un final impecable, dejando la sensación de haber presenciado un show completo y cuidado en cada detalle.

En resumen, Yellow Days entregó en Santiago una velada hipnótica, potente y emocional, donde la combinación de música, luces, humo y conexión con el público creó un momento memorable. Cada elemento —desde la intensidad del bajo hasta los coros colectivos y los covers reinterpretados— demostró que la banda no solo tiene canciones, sino la capacidad de generar experiencias vivas y profundas.
YELLOW DAYS
