El nuevo álbum de The Black Keys, No Rain, No Flowers, llega a reivindicar algunos de sus discos anteriores que pasaron un poco desapercibidos. En base a lo mismo, como este nuevo disco bien lo dice: “no hay crecimiento sin atravesar momentos difíciles”.
Por: Gabriela Torres
Dan Auerbach y Patrick Carney han transformado la frustración en un trabajo optimista y melódico. Este disco fue grabado en su estudio Easy Eye Sound en Nashville, donde la calidez sureña, country y rockera inunda cada tema, y con una producción más suave y refinada sin perder del todo esa esencia rockera que los caracteriza, En esta oportunidad; The Black Keys aborda territorios más cercanos al pop-soul retro, el country melódico y el rock clásico de los setenta. Esto no es sorpresa, ya que se debe a la colaboración con compositores como Rick Nowels, Daniel Tashian y Scott Storch, que aportan elegancia y diversidad a cada tema.
A esta nueva paleta sonora se suma una marcada presencia de letras y ambientes románticos. Canciones como “Neon Moon” que también explora el country-soul, o “Down to Nothing” que habla de intimidad y vulnerabilidad, con melodías envolventes que invitan a escuchar atentamente. Incluso en temas más animados, como “Babygirl” o “Make You Mine”, la energía se combina con un trasfondo afectuoso, explorando el amor desde la calidez y la vulnerabilidad por la cual la banda tuvo que pasar. Esta sensibilidad se siente más delicada, en conjunto con la armónica voz de Dan, las canciones se sienten redondas y bien ejecutadas, gracias a sus guitarras limpias, el uso sutil de teclados que refuerzan el tono emotivo y obviamente, una batería predominante que acompaña cada canción.
Si hablamos de energía, podemos hablar de “Man on a Mission”, que nos recuerda esa potencia de la banda, dirigida más hacia el hard rock, equilibrando la faceta romántica con momentos eléctricos.
No Rain, No Flowers opta por la seguridad de un sonido accesible, bien producido y emocionalmente cálido. Sin duda dieron un paso maduro que prioriza la conexión con el oyente sobre la experimentación. El resultado es un álbum que demuestra optimismo, romanticismo y renovación. Aunque no alcanza la crudeza que enamoró a sus primeros seguidores, sí ofrece momentos genuinos y sonidos memorables, especialmente en sus pasajes más introspectivos y en la manera en que integra el country, el rock clásico y un tono romántico y nostálgico que demuestra el momento por el cual estuvieron pasando. Es un trabajo que mira hacia adelante con serenidad, consciente de sus raíces pero abierto a una nueva etapa, más luminosa, pulida y emocional.