El segundo disco de Diego Vergara, con colaboraciones de Fakuta, Dadalú, Marcela Parra, Marvin Marlyn, entre otros, es un manto de honestidad con el que todos, todas y todes nos podemos arropar. Las largas noches de confinamiento y toque de queda remueven los interiores de un artista que no teme dejar constancia de los procesos que vivió durante los últimos dos años para transformarlos en canción.
El resultado del insomnio en medio de la pandemia, producto de la ansiedad y la angustia del encierro. Diego Vergara presenta su segundo disco de largaduración bajo Sentinela del Norte, un álbum que orgánicamente sucede en relato y forma a "Parte del Paisaje", del 2019. Hoy conocemos 11 nuevas canciones en las que el artista contó con colaboraciones de Marcela Parra, Cami Cuesta y Pandilla Tercer Ojo, Fakuta, Dadalú, con scratches de Flakodiablo, Dj Roc P, e invitados en producción como Caiman's y Marvin Marlyn.
Un proceso largo, construyendo canciones con invitados e invitadas por medio de correos electrónicos, jornadas extensas sin poder salir de casa, y esporádicas visitas al estudio cuando el escenario sanitario lo permitía. "Durante la composición de "Parte del Paisaje" estuve lidiando con muchos problemas personales, de ahí que las letras fueran más depres. En "Un Año Sin Dormir" traté de tocar temáticas con un poco más de madurez en cuanto a las letras, desde una perspectiva menos victimizante y más analítica", cuenta el artista sobre este fruto nacido de incertidumbres y exploraciones sonoras.
Sumado al género madre que es el hip hop, en "Un Año Sin Dormir", Diego no duda en flirtear con el pop electrónico, moldear el dembow, exponer un rap intimista.
"Traté de incluir varios tipos o formas distintas de música para salir del marco del hip hop tradicional. También traté de usar un lenguaje inclusivo indirecto, escribiendo oraciones más complejas donde hubieran pocas marcas de género. Me interesa que cualquier persona pueda sentirse identificada con las letras, independiente de su identidad de género u orientación sexual", explica.
Un símil sonoro a las ideas que lo atacan cuando no puede dormir, que a su vez es una crónica del proceso de sanación emocional que cruzó en la pandemia. Una metodología que supo de reconocer preocupaciones, reencontrar el valor personal, extrañar a quién te llevó a ese lugar de autoestima, y luego darte cuenta que se puede seguir sin ese alguien, "pues todas las falsedades se desmoronan cuando estás encerrado en tu casa y con toque de queda".
Con samples a películas que acompañaron a Sentinela del Norte durante la crisis sanitaria, y una lista de varios invitados como se suele hacer en el género, pero dándole heterogeneidad en letras y voces, el disco es un lujo de recursos estéticos con un manto de honestidad que arropa con facilidad. El trabajo da espacio para el sentido de pertenencia; recuerdos de años somníferos y agobiantes que pueden sentirse lejanos, aunque todavía merman, como aquellas madrugadas repetitivas que vivimos entre el 2020 y el 2021.