El combo extremeño hace sonar a la España vaciada y reimagina La Jara extremeña en su nuevo ejercicio discográfico.
Hasta hoy, La Jara era una comarca natural española, que abarca territorios pertenecientes a las provincias de Toledo, Ciudad Real y Cáceres. Una comarca natural y un paisaje que es resignificado por Ruiseñora en el que es su nuevo ejercicio discográfico, a dos años del que fue su segundo álbum, tan solo unos meses del split compartido con Le Parody y tras varios meses presentando singles que iban articulando un código sonoro que encuentra el cénit (y lo que quede por venir) ahora en "La Jara".
En las seis canciones que el dúo presenta ahora, se sigue recodificando la tradición de la Extremadura natal de la vocalista y poetisa Elia Maqueda, frontwoman de un proyecto en el que Atilio González Jiménez traduce versos extremeños tanto populares como del puño y letra de Elia; y conecta el espíritu de la copla, el folclore extremeño y la música tradicional del sur de la península ibérica, con un imaginario que bucea entre la electrónica más cósmica y una psicodelia de vocación popular.
Un álbum llamado a reivindicar la raíz de Extremadura, pero también de describir desde dentro las voces y tradiciones de la España vaciada: la de una Jara que de Villar del Pedroso o Carrascalejo hasta Peraleda de San Román y Talavera la Vieja, entre otras localidades que conforman La Jara cacereña; poniendo voz, historias y sonidos a una llanura pizarrosa protegida por la Sierra de Altamira, pero ahora también por el cancionero popular de unos Ruiseñora que saben encontrar futuro en los sonidos de tierra adentro.
Un regreso discográfico que se edita en una edición limitada de vinilo de 10" y que encuentra a Ruiseñora en estado de gracia y también de gira: habiendo pasado hace unas semanas por el Contemporánea y con fechas marcadas en citas como el BIME, el Monkey Week, Mazo Madriz, el Festival COOP o espacios como el Dabadaba o la sala Sidecar.