Diciembre de 2025 marca el cierre de un año consular para todo lo que orbita el metal alternativo. P.O.D y Demon Hunter, cada uno desde su propia madurez sonora, llegan listos para detonar el Teatro Coliseo y sumarse a esa lista de nombres que este año levantaron con fuerza las banderas de un estilo que tuvo un revival definitivo.
Por: Pedro Massai
Cuando en octubre pasado se confirmó la fecha del miércoles 17 de diciembre en el Teatro Coliseo, algo terminó de cuajar: 2025 no sería un año cualquiera, sino el periodo en que el metal alternativo reclamó un renacer inesperado en Chile. Nu metal, metal alternativo, o como cada fan decida nombrarlo, volvió a instalarse con fuerza en nuestra escena, empujado por un calendario que reunió a TOOL, Incubus, System of a Down, Limp Bizkit y, ahora, P.O.D. Una sucesión de nombres que convirtió al año en un hito difícil de ignorar en cualquier balance musical.
Hay algo particularmente significativo en reunir, en un mismo escenario, la intensidad moderna de Demon Hunter y la veteranía del rap metal de Payable on Death (P.O.D). No es solo un cruce generacional: es la postal perfecta de un metal cristiano que llega celebrando la previa de Navidad. De un lado, la versatilidad vocal y emocional de Ryan Clark; del otro, los himnos que Sony Sandoval y compañía transformaron en bandera para toda una generación. Un encuentro de estilos y trayectorias que promete un momento especial. Ahora bien, ¿en qué está cada banda y cómo aterrizan en Chile? Miremos con detalle.
Con un sonido que desde sus inicios abrazó la espiritualidad sin sacrificar contundencia, el inicio del siglo XXI posicionó a Demon Hunter como uno de los nombres más valorados del rock cristiano moderno. Su propuesta, que combina metalcore melódico, groove denso y letras de introspección, logró abrirles un espacio propio dentro de una escena históricamente fragmentada. Con discos que alternan brutalidad y sensibilidad, como “Summer of Darkness”, “Extremist” o “True Defiance”, la banda de Seattle ha construido una identidad inconfundible: guitarras afiladas, coros que se abren paso entre la distorsión y una honestidad lírica que conecta con fanáticos de distintas generaciones. Llegan a Chile en plena madurez creativa, defendiendo “There Was a Light Here”, álbum editado en septiembre y que comparten generosamente de acuerdo al setlist que han venido tocando, destacando canciones como “The Pain in Me is Gone” o “Sorrow Light The Way”.
Por su parte, P.O.D atraviesa uno de sus periodos más activos en cuanto a creación y renovación. En 2024 publicaron Veritas, su álbum más reciente, que además marcó el contexto de su visita anterior a Chile, donde reventaron el Teatro Cariola con un show intenso y repleto de fervor generacional. El disco, el primero sin el baterista fundador Wuv Bernardo, irrumpió con fuerza en la escena nu metal norteamericana, evidenciando la intención de la banda de llevar su sonido hacia una versión más madura: aún explosiva, pero mucho más depurada en producción y estética. Con cortes como “Afraid to Me” y “Drop”, el grupo traza puentes directos hacia la energía que definió etapas clave como “Satellite” y “Testify”, obras que los instalaron en un sitial privilegiado dentro del universo alternativo.
El listado de canciones con el cual P.O.D viene girando este año integra un repaso robusto a sus más de 30 años de carrera. Desde los himnos “Boom”, “Alive” y “Youth of the Nation”, hasta una versión en código metal de la clásica “Don’t Let Me Down”, el setlist funciona como una radiografía del ADN californiano: groove, espiritualidad y explosión medida. Con esa mixtura de decibeles, queda la duda legítima de si el recinto de calle Nataniel Cox podrá resistir semejante descarga sonora.
Las coordenadas están definidas para vivir una fecha que se unirá a una corriente ya instalada en nuestro país: revisitar los vestigios de un estilo que marcó el oído musical de varias generaciones. Aún quedan entradas disponibles vía Puntoticket, con precios que van desde los $34.500 (Platea Alta) hasta los $46.000 (Platea Baja y Cancha). Una última oportunidad en 2025 para presenciar un choque de legado, intensidad y nostalgia que difícilmente volverá a repetirse.