Lucybell cerrando su Ecos Tour Final y el adiós que se convirtió en comunión

Ante un Movistar Arena repleto, Lucybell cerró poco más de tres décadas de historia con un concierto que fue mucho más que una despedida: fue un acto de amor mutuo entre una banda y su público. Más de tres horas de música, emoción y gratitud dieron forma a una noche que confirmó que Lucybell deja los escenarios, pero no se va de los corazones de quienes los acompañaron durante su carrera.

Por: Paz Rojas G.

Fotos: Agustín León

Esta noche, el sonido empezaba a las 21:00 horas. “Prepárense para una noche muy larga”, anunció Claudio Valenzuela al inicio, y cumplió. Con 37 canciones que recorrieron toda su discografía, desde la crudeza de Peces hasta los matices de Primitivo en un Movistar Arena que no tenía butacas vacías, ni en la cancha ni en las gradas.
Lucybell nunca necesitó campañas ni artificios para conectar, su fuerza siempre estuvo en otro lado: en las canciones que se transformaron en el refugio de los seguidores de la escena más oscura del rock chileno y en la sensibilidad poética de sus letras. Desde los primeros acordes, esa esencia se sintió intacta con un público que creció escuchando los clásicos que deleitaron al público desde el inicio: De sudor y ternura, Arrepentimiento, De este amor no sabrás huir, Hoy soñé y Juro al Sol, fueron coreadas sin parar.

Tras la primera tanda, las luces bajaron y en las pantallas se mostraron algunos de los momentos icónicos de la preparación de esta gira de despedida, intercalados de registros fotográficos de los inicios de Lucybell, para luego dar paso a un espacio acústico con la banda que se trasladó a un escenario montado en medio de la cancha del Movistar Arena.

En esta nueva locación, mucho más cercana al público, pudimos apreciar la incorporación de un cuarteto de cuerdas con quienes interpretaron los clásicos Carnaval, Salté a tus ojos, Pez sin Auxilio, Amanece, Milagro y Tú, que fueron casi como una serenata a los seguidores de la banda que los han acompañado por toda una vida. El momento terminó con abrazos entre los integrantes y un par de besos al aire desde Claudio hacia quienes estaban viéndolos desde las alturas de las gradas.

Entre canción y canción, no hubo discursos largos, solo agradecimientos sinceros. “Esto es para evolucionar, nacer de nuevo. Esto es para ustedes, nosotros, todos”, dijo Valenzuela, sintetizando el espíritu del show: cerrar una etapa, pero no un vínculo.
El tramo final del concierto fue pura celebración que también fue encendida por la fanaticada más férrea, que llevó globos y filtros de luces de colores para colocar en las linternas de los teléfonos y que lograron una energía que parecía no querer apagarse. Siguió así en momentos clave, como cuando sonó Cuando respiro en tu boca y Mataz y el Movistar se vino abajo en un coro que unió generaciones. “No nos queremos ir, pero nos tenemos que ir”, dijo Valenzuela entre lágrimas.

Lucybell deja los escenarios, pero no se va del corazón de quienes los acompañaron durante más de treinta años. Su legado está en esa memoria colectiva que sobrevive al paso del tiempo, en las canciones que acompañaron despedidas, desamores y silencios. Lo de anoche fue la demostración de que la música, cuando nace de la honestidad y la emoción, nunca muere.

LUCYBELL