En el inhóspito terreno que el mal amor supone, dos maleantes se unen para apostar por una vida al límite y signada por el delito. Para Isla de Caras, que propone una bachata digna del soundtrack de un spaghetti western, Juliana Gattas y Diosque son la dupla ideal.
En “Corazón Extraño”, el engaño es persistente. La complicidad entre bandidos se sostiene por su interés en común, pero incluso entre pares la confianza será frágil, momentánea y quebradiza.
El amor, adictivo motor de supervivencia, enseña su cara más cruel cuando, como un opioide, apresa a sus víctimas hasta adueñarse de su libertad, cohibir su independencia y desestabilizar su pensamiento crítico.
Con impronta cinematográfica, Isla de Caras empuja su creación a la cornisa. Para amortiguar su inminente caída a la realidad, los protagonistas deberán profundizar su camino hacia la autodestrucción. Si la adrenalina no los persigue, ellos mismos saldrán a su encuentro; si el peligro escasea, serán cómplices en su búsqueda.
Obnubilados y seducidos por el vértigo, y disociados de las consecuencias de sus actos, los delincuentes serán presa de su propia trampa: un amor letal.