A eso de las 8:45 pm. se dio inicio al show cuando Helado Negro apareció sobre el escenario de Club Chocolate, en pleno corazón de Barrio Bellavista. Solo, acompañado de sus sintetizadores, guitarra y teclado, Roberto Carlos Lange —la mente detrás del proyecto— dio inicio a una presentación profundamente íntima y envolvente. Lo que siguió fue una hora y media de paisajes sonoros, matices emocionales y momentos de conexión que transformaron el recinto en un espacio suspendido entre lo terrenal y lo etéreo.
Por: Gabriela Torres

Fotos: Juan Pablo Morales
Desde los primeros acordes de “Aguas Frías”, la atmósfera se cargó de una energía hipnótica: el sonido era nítido, con bajos que se sentían en el pecho y visuales suaves que teñían el escenario en tonos pastel. La niebla artificial envolvía a Roberto, que se movía con naturalidad entre instrumentos y silencios. Le siguieron “Purple Tones” y “Colores del Mar”, interpretadas con una calidez que recordaba el mar en calma, donde cada nota parecía flotar en el aire. 
La presentación avanzó con “I Just Want to Wake Up with You” y “Gemini and Leo”, canciones que generaron un vaivén de emociones. En esta parte del show, Lange alternó entre guitarra y sintetizador, bailando de forma sutil, mirando al público con complicidad. Su interpretación tenía algo ritual: cada movimiento era una extensión del sonido, una forma de comunicar sin palabras.
Uno de los momentos más especiales llegó con “There Must Be a Song Like You”, presentada como una versión “Santiago Special”. En esta ocasión, Roberto decidió interpretarla de forma más íntima, solo con guitarra eléctrica, revelando otra capa de vulnerabilidad. A esta le siguió “Hometown Dream”, donde las visuales se tornaron anaranjadas, evocando la nostalgia y el calor de los recuerdos. 
El punto más emocional llegó con “Agosto”, interpretada con guitarra eléctrica en una versión tan íntima que el público contuvo el aliento. Luego vino “Sábana de Luz”, que generó un ambiente muy emocional en el público. Fue uno de los momentos más humanos de la noche: solo Roberto, su voz y su guitarra acústica.
Con “Fantasmavaga” y “Best for You and Me” —esta última también en una versión “Santiago Special” al teclado—, el ambiente volvió a elevarse, mostrando el lado más experimental y rítmico de Helado Negro. La energía siguió creciendo con “Outside the Outside”, que en esta oportunidad se extendió más de lo habitual, con una base más profunda y cadenciosa que invitó al baile. 

La sorpresa de la noche llegó con “Sender Receiver”, tema que será parte de su próximo EP The Last Sound on Earth. El público chileno fue testigo privilegiado de su estreno, acompañando a Roberto en un momento lleno de energía y conexión, donde su mezcla de texturas electrónicas y emoción orgánica marcó uno de los puntos más altos del concierto. Este nuevo trabajo representa una etapa distinta en la exploración sonora de Helado Negro: un viaje hacia lo íntimo y lo espiritual, donde cada canción parece dialogar con la memoria, la ternura y la idea de los últimos ecos que permanecen cuando todo lo demás se desvanece. Este viernes se lanzará oficialmente “Sender Receiver” en todas las plataformas digitales, la misma canción que el público de Santiago tuvo el privilegio de escuchar por primera vez en vivo. Un cierre perfecto para una noche que reafirmó por qué Helado Negro sigue consolidándose como una de las voces más sensibles y visionarias de su generación.
El viaje continuó con “Es una Fantasía”, “More” y “Please Won’t Please”, en donde Lange desplegó un impecable manejo del espacio y las texturas. El sonido se mantuvo potente y equilibrado, con graves envolventes y visuales que amplificaban la sensación inmersiva del concierto: luces en tonos azules y lilas creaban la ilusión de estar dentro de un sueño en movimiento. 
Para cerrar, llegaron “País Nublado”, “Running” —que desató una explosión de energía entre el público— y “Protector”, la segunda canción de su más reciente EP. Este tramo final, que funcionó como un encore no anunciado, fue un círculo perfecto: emoción, baile y una sensación de comunión total con el público. 

Lo que se vivió en Club Chocolate fue más que un concierto: fue una experiencia sensorial. Un espacio donde lo íntimo y lo político, lo humano y lo digital, se entrelazaron a través de la sensibilidad de Helado Negro. Con un sonido impecable, visuales hipnóticos y una conexión sincera con el público chileno, Roberto Carlos Lange confirmó que su música no solo se escucha: se habita, se siente y se comparte.
HELADO NEGRO

D!A LIBRE
