Cada noche Daddy Yankee salía de un avión que aterrizaba en pleno escenario para dar inicio a un concierto que no dejó de explotar a cada momento al ritmo de sus históricos hits. Hoy se llevó a cabo el último de los shows que marcaron esta semana y donde siempre se impuso la calidad de un artista que ha demostrado por qué es la leyenda del reggaetón.
Como era de esperarse, las noches del martes, miércoles y jueves de esta semana, fueron un cúmulo de emociones que estaban contenidas desde el mismo día que se pusieron a la venta los tickets para el concierto “La Última Vuelta World Tour” de Daddy Yankee. Una real leyenda viviente de la música urbana, que demostró con creces toda su grandeza en sus shows y donde presentó canciones de su último disco “Legendaddy” con espectaculares y coloridas presentaciones en el Estadio Nacional de Santiago, que dejaron atrás las polémicas de la primera jornada referidas a desórdenes en las inmediaciones del estadio.
El artista chileno Polimá Westcoast fue el encargado de prender los fuegos de la fiesta con su particular ritmo y baile y a quien el público recibió con gritos y aplausos, demostrando que en la actualidad es uno de los representantes más importantes del género en Chile.
Tras su arribo al escenario en una escenografía que simulaba la puerta de un avión, el ídolo centroamericano inició su esperado tercer show, que fue un repaso de la vida musical del Big Boss, quien mantuvo un diálogo permanente con el público que llegó hasta el recinto ñuñoíno. Una conexión que jamás dejó de darse entre canciones, bailes, gritos y ese carrusel de hits que no dio tregua a la fanaticada que gozó de aquella primera época que lo consagró como el padre del reguetón. “Problema”, “Rompe”, “Machucando”, “Lo que pasó, pasó”, “Rumbatón”, “Despacito” y “Gasolina”, fueron solo algunos de los títulos que trajeron además la nostalgia de un Nacional que se repletó las tres noches en un coliseo que corearon sus canciones de principio a fin.