Confort bajo el frío: El debut de Touché Amoré en Chile

Los norteamericanos se presentaron por primera vez en nuestro país el pasado jueves. Jeremy y compañía ofrecieron, durante una hora intensa, una verdadera cátedra de brutalidad avasalladora: un repaso completo por la discografía de una banda que marcó un antes y un después en el post-hardcore moderno. El público, como suele ocurrir en este tipo de shows, estuvo a la altura de un debut que, hasta hace algunos años, se veía como un sueño.

Por: Joaquín Reyes

Fotos: Luis Marchant

En una semana marcada por los días fríos, el jueves fue el más caótico. La lluvia comenzó a caer durante la madrugada en toda la capital chilena. Mientras la ciudad vivía la melancolía que generan estos climas, los fanáticos del post-hardcore comenzaban a agruparse afuera de la Sala Metrónomo, esperando con ansias la apertura de puertas para presenciar el debut de Touché Amoré en Chile. La fila no tenía protección contra la lluvia, pero a nadie le importó: todos sabían que el calor que generaría la velada los mantendría vivos, más que eso, eufóricos. Un entusiasmo que pocas veces se observa en un concierto, nacido de una oportunidad única. Algunos lo verán como una revancha del fallido paso de los californianos por Sudamérica en 2014, cuando solo tocaron en Brasil; pero la mayoría simplemente vivió la euforia de poder gritar junto a una de sus bandas de cabecera esas letras con las que más de uno se ha identificado alguna vez.

La velada comenzó de forma puntual, a las ocho de la noche, con la banda chilena Relámpagos. Inspirados por el grupo al que abrían, los nacionales agradecieron la oportunidad y presentaron en media hora un set potente, repasando todos los temas de su estruendoso EP debut Temporada de Tormentas, además de tocar los nuevos sencillos que han lanzado desde entonces, como “De flores y asfalto” y “El discurso”. Con un sonido tremendo, espacio para el mosh y una gran participación de un público fiel que coreaba casi todas las canciones, el ambiente quedó perfectamente preparado para el plato principal de la noche.

A las nueve en punto, ya con la sala llena a su máxima capacidad, comenzó la súper hora de Touché Amoré. Recibidos con una ruidosa ovación, abrieron con “Tilde”, la canción de minuto y medio que inicia el espectacular Parting the Sea Between Brightness and Me. El comienzo suave fue el último respiro del público: cuando Jeremy Bolm lanzó las líneas que dan título al disco, la verdadera fiesta comenzó. Una canción que funciona como un himno de guerra contra la negatividad y los conflictos internos fue el punto de partida para una masa de gente decidida a quedarse sin voz, saltar y llegar al escenario a como diera lugar. Los norteamericanos se encontraron con un público fiel, que cantaba como si estuviera rindiendo un examen final. Una energía que no bajó nunca, solo subía con el correr de las canciones. Cuando sonó el riff inicial de la emblemática “New Halloween”, la locura se desató: personas subiéndose unas sobre otras para alcanzar el micrófono de Jeremy, quien, curtido por más de 15 años de carrera, sabía manejar la situación a la perfección. Colaboraba con el fervor del público, ofreciendo el micrófono a quienes estaban en la reja durante todo el show o a los que llegaban surfeando sobre la multitud.

La actitud salvaje del público fue protagonista durante casi todo el set, con círculos de mosh e intentos de vuelo en los temas más agresivos de la banda, como “Amends”, “Come Heroine” o “Home Away From Here”. Algunos agradecieron cuando la banda hizo una breve pausa con canciones como “Praise/Love”, aunque fuese solo un minuto de respiro.

Jeremy es un ente muy interesante de presenciar en vivo. La mayoría de sus letras giran en torno al dolor y la angustia, y su voz transmite esas emociones a la perfección. Pero su puesta en escena es lo opuesto: descontando a los fanáticos de huesos amarillos, probablemente fue una de las personas más alegres del lugar. Sus gritos iban acompañados de sonrisas, saltos y una energía desbordante que claramente se contagiaba al público. En cada pausa agradeció sinceramente la presencia de los asistentes, por su apoyo constante a pesar de la larga espera. La banda completa ofreció una lección de cómo usar el ruido como terapia. Elliot Babin, en la batería, marcaba el ritmo con una facilidad envidiable, observando con una mezcla de asombro y alegría el movimiento del público. Tyler, Clayton y Nick sonaban como un cañón incesante, haciendo imprescindibles los tapones de oído en ciertos pasajes del show. Además, fueron clave en los coros de temas como “Palm Dreams” y la extremadamente coreada “Reminders”. Nick, en particular, tuvo su momento bajo el reflector (destacando más aún con su llamativa chaqueta vaquera), cantando el outro de “Limelight”, otro de los temas clave del disco Lament, originalmente interpretado por Andy Hull de Manchester Orchestra.

El tour que trajo por primera vez a Touché Amoré a nuestras tierras fue el Spiral in a Straight Line, lanzado en el segundo semestre del año pasado. Gracias a la devoción del público, los temas de ese proyecto sonaron como clásicos de toda la vida. “Nobodys”, “Hal Ashby” y “Disasters” fueron de las más coreadas de la noche, lo que provocó sonrisas entre los integrantes y motivó aún más a Jeremy a seguir compartiendo el micrófono con su séquito de fieles. Las interpretaciones en vivo estuvieron a la altura, siendo fascinante cómo se mezclaron los clásicos con canciones que, probablemente, llegaron para quedarse.

El cierre del espectáculo fue perfecto. Para quienes crecieron con To the Beat of a Dead Horse o descubrieron a la banda con Stage Four, fue un momento profundamente emotivo. “Honest Sleep”, una de las canciones que mejor retrata la sensación de alienación, fue interpretada mientras muchos intentaban subir al escenario para cantar con Jeremy, siendo lanzados de vuelta al público entre risas y abrazos. No importaba si uno estaba volando, flotando o apretado entre la multitud: nadie se quedó mudo al gritar la parte final de la canción, un momento histórico que muchos creían que nunca llegaría. Luego de una breve pausa, la banda se despidió con “Flowers and You”, también coreada por todos, riff melancólico incluido. La carga emocional de una canción con un trasfondo trágico se fundió con la catarsis colectiva que se vivió en la sala. Jeremy y compañía se despidieron dando la mano a todos los que alcanzaban, sin cansarse de repetir “Thank you” a quienes habían conectado con ellos.

Touché Amoré en Sala Metrónomo fue uno de esos conciertos que quedan rondando la mente durante días. Aunque es pronto para decidir —sobre todo con la cantidad de shows tentadores que se vienen en el horizonte—, lo del jueves pasado es un serio candidato a concierto del año. Pocas bandas generan en vivo la emoción que provoca Touché Amoré. Y si a eso le sumamos que la espera para su debut se sintió eterna, el resultado fue un show simplemente inolvidable.

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