Con una densa suavidad improvisada, la banda chilena estrena el primer adelanto de un próximo disco, la sensación de levitación en una de las apuestas más interesantes del último tiempo.
Crédito fotográfico: Luz Sierra
Lorena Pulgar, Felipe Zenteno, Santiago Farah y Martín Pérez Roa son todo un viaje sonoro. El trabajo de sus capas, que pasean entre la densidad de los arreglos y la candidez vocal, ha posicionado a la banda como una de las responsables de los pasajes más frescos de la movida chilena actual.
Chicarica, que ya cuenta con un par de singles sueltos y un celebrado epé editado durante el 2018 bajo el nombre de “Dale Mami”, presenta el sencillo adelanto de lo que será su próximo disco, esta vez, bajo el sello Quemasucabeza.
La pieza es un trabajo de experimentación en grupo, realizada entre jornadas de ensayo, que apuesta a ampliar la diversa gamas de detalles que han presentado hasta hoy; un track que invita a conocer la experiencia Chicarica con mayor confianza, y que busca a aumentar las ganas de conocer el vivo de esta agrupación que ha sabido combinar el rito de los instrumentos más tradicionales con la ensoñación digital.
“Es una canción de estructura peculiar, que avanza y se toma su tiempo para crecer hasta llegar al clímax”, dicen sus integrantes, apuntando a la falta de coros y la poca presencia de repeticiones como ejes principales para lograr este calmo viaje que no duda en explotar.
Aún cuando el registro pueda sonar romántico, Chicarica asegura que está lejos de ser una obra ligada a esa clase de amor. Mas bien suena a un estado de deseo, placer y anhelo; todo bajo cuidados detalles sonoros que transforman a la canción en una tentación difícil de esquivar.