El cuarteto en exhibición ofreció una clase de virtuosismo, profesionalismo y amor por la música. Belew, Levin, Vai y Carey no dejaron nada al azar ante un respetuoso y atento Movistar Arena.
Por: Matías Muñoz
Fotos: Luis Marchant
Muchos no entendían muy bien de qué iba el formato de Beat. El súpergrupo, formado por Adrian Belew junto a Tony Levin, exsobrevivientes de King Crimson, y con Steve Vai en guitarras y Danny Carey en batería ofrecería un repaso creativamente libre de una sola etapa del grupo en especial: los discos “Discipline" (1981), "Beat" (1982) y "Three Of A Perfect Pair" (1984).
Con eso sobre el papel, la gira prometía más que un tributo cualquiera. El formato permitía explorar elementos que resultan en versiones más coloridas, igual de complejas pero con un tinte especial que sólo podrían entregarle quienes formaron parte de esa maquinaria.
Es por ello que la fiel afición local por el progresivo repletaría el Movistar Arena para presenciar otro de los hitos que se escriben en la historia de King Crimson. La apertura, a cargo de Jorge Campos, leyenda del bajo local, fue un reconocimiento merecido y una oportunidad única de escuchar y y observar la técnica del músico, quien ha trazado su propio camino a lo largo de los años. Cómo es de importante que el público reconozca y respete en vivo a sus tesoros.
Puntuales, Beat aparecieron sobre el escenario bajo luces púrpura y el gran elefante de fondo. Los trajes tipo corte gangster, amplios y coloridos de Belew y Vai eran una exquisita mezcla de estilo retro y pura vibra ochentera. Y es que una de las virtudes de este tour es el cuidado estético para representar justamente una época en particular, que trae de vuelta al presente a Levin y Belew y que incorpora, casi como en otra línea temporal, a Carey y Vai.
Con los caóticos compases de “Neurotica”, el grupo deleitó y se deleitó jugando con las versiones de “Neal and Jack and Me”, en una primera parte que celebra las inquietudes polirrítmicas del disco “Beat” y otros elementos que mantuvieron la atención en el Champan Stick de Levin.
Hasta ese punto, comprender y adentrarse en lo que propone el cuarteto no es alejarse de la herencia de King Crimson, donde predominarían otro tipo de elementos que los fanáticos más ortodoxos esperarían. Sin embargo, y con conocimiento previo de que es un repaso por una etapa particular, el recibimiento de estos hits desbordaba entusiasmo y respeto.
Tras arranques de improvisación y muestras de virtuosismo, el grupo avanzó hasta la llegada de “Heartbeat”. Allí, la atención paseaba por un entramado de sonidos complejos y ritmos no convencionales, típicos de aquella etapa. Sin embargo, “Heartbeat” cautiva de entrada ya que es una de las canciones más ”accesibles” del catálogo, puro 80s.
“Sartori in Tangier”, extensa, fue un desfile de guitarras y solos para dar paso a la extraña “Dig Me”, que transita entre el caos y un coro limpio. Punto aparte la facilidad y naturalidad de cada uno sobre el escenario para dar vida a diferentes canciones dentro de la misma composición.
“Model Man”, “Man With An Open Heart” continuaron la selección del disco “Three of a Perfect Pair”, que culminó con la destreza de “Industry”, donde Vai y Levin fueron un show aparte y la burbujeante “Lark’s Tongues In Aspic, Pt. III”. Así concluyó una primera etapa del show que necesitó de un intermedio de veinte minutos.
El repaso de “Beat” y “Three of a Perfect Pair” llegaba a su fin al menos durante el primer acto. A estas alturas, revivir este tipo de clásicos con verdaderas leyendas sobre el escenario está lejos de ser un ejercicio de nostalgia, es mas bien una exhibición de talento y virtuosismo, una reunión o una liturgia en torno a exponentes vivos de una etapa que pareciera revivir eternamente.
Tras el intermedio, la banda reapareció y el cuarteto se ensamblaba otra vez. Con Carey en primera fila para dar vida a los compases de “Waiting Man” uno a uno se integraban. Las sorpresas llegarían con “Discipline”, disco del cual repasaron seis tracks y donde se vieron mejor en la ejecución de la volátil “The Sheltering Sky”, la rápida “Frame by Frame” y las ya reconocidas estructuras polirrítmicas de las guitarras hasta el punto alto con “Indiscipline”, una de las joyas de la noche.
Beat es una gira formada para honrar pero también para cautivar y resolver la curiosidad de todos aquellos que quisieran ver y escuchar a diferentes formaciones del King Crimson en diferentes líneas de tiempo.
Belew, Levin, Vai y Carey demostraron que la calidad está intacta y que cada uno es un show por sí mismo. Este repaso se percibe como un regalo para los mateos y los fanáticos que sin dividirse, disfrutan de cada época del complejo grupo liderado por Robert Fripp, quien además aprobó esta gira.
JORGE CAMPOS
BEAT