La artista británica publicó su esperado quinto álbum y se adaptó a los formatos de transmisión para acercar a sus fans a su nueva era de pop. Por Cristopher Orrego
En la actualidad se torna difícil concretar una presentación en vivo, más aún si se quiere promocionar la publicación de un nuevo disco, pero Marina consiguió utilizar todos los elementos posibles para realizar un show de transmisión que le dio la bienvenida a su esperado quinto álbum de estudio: "Ancient Dream In A Modern Land". En esta ocasión Marina vuelve al sonido electro rock pop que alabamos en su Electra Heart, la esencia de sus primeras publicaciones regresaron con fuerza en un disco que se puede dividir en dos partes, la primera con toda la potencia y fuerza de un pop muy crítico y que, en medio de su lírica, encontramos versos de empoderamiento en donde reconoce e ironiza todas críticas que recibió y que debería estar completamente loca para cambiar, además lo acompaña con un sonido muy bailable que sin dudas conquistará a sus fans. Por otro lado tenemos una segunda parte más autocompresiva, una zona de entendimiento en donde expresa que ya no tiene que por qué estar molesta, porque ya liberó todo lo que tenía que decir respecto a un mundo muy crítico, y es allí donde reconocemos el sentido político, donde el feminismo y la protesta en contra de los privilegios de los blancos es el tema a profundidad.
Personalmente debo decir que es un disco que se tornará muy poco comercial, aquí no hay una Primadonna, ni las reglas para ser un rompecorazones, aquí tenemos un disco muy personal y con un pop único, podemos definir qué Ancient Dream In A Modern Land es una puerta a una evolución de Marina, un crecimiento o traspaso de un mundo de corazones de fantasías a una realidad incómoda que merece reproche del que al parecer ya lleva mucho tiempo aguantado. Un canto liberador que expresa una potencia en la incomodidad, pero que a la vez es apaciguador y logra mantener un control de la fuerza expresada.
Así mismo disfrutamos de una presentación simple en estética, pero llena de recursos que ambientaron por completo el formato del disco, no debemos esperar una presentación llena de bailarines, escenografías y colores, aquí vemos un escenario que se armó en pleno desierto de california y que atentó a liberar abiertamente en la naturaleza todo lo que tiene que decir. Desde allí es muy fácil criticar a los artistas que hacen pop, al parecer el trabajar en el formato popular es encajar en un estereotipo básico de grandes producciones, pero Marina cayó en su música, dejó de lado los grandes recursos visuales y estéticos, para concentrarse en lo que realmente importa, la profunda crítica que armó en su nuevo disco.
Por un lado tenemos una preparación pre grabada, que le dio un formato de videoclip de larga duración, con efectos simples de calor y colores flúor en sus únicos dos cambios de vestuario, con su banda por detrás tocando sobre plataformas en la arena y de fondo el cielo despejado de la temporada, pero por otra parte consiguió la simpleza del formato tocata, una banda sobre un escenario simple en donde solo queremos oírlos, porque entendemos lo que tienen que decir a través de sus canciones. Contó con un setlist muy bien armado de principio a fin, que abarcó gran parte de sus nuevo disco, canciones como "Ancient Dreams In a Modern Land", "Purge The Poison", "Man's World" y "New America" fueron el esqueleto de la presentación y también prestó escenario a sus éxitos "Froots", "I'm Not A Robot", "Bubblegum Bitch" y la amada por todos "How To Be A Heartbreaker".
Verdaderamente me pareció una instancia bastante íntima, una dedicación que se notó el trabajo para sus fans y que a pesar de todas las limitaciones que nos proporciona esta pandemia, logramos celebrar junto a Marina su regreso a la música luego de 3 años de receso. Fuimos parte de un hito en donde su pop cambió su perspectiva completamente y lo trasladó sin ataduras a nuestra realidad.