Billie Eilish Hit Me Hard and Soft: "Reflexiones Azules"

El ascenso astronómico de Billie no ocurrió sin fundamentos. En al año 2019, con solo 17 años, logró revolucionar el pop con una mezcla de estilos que, hasta ese momento, solo estaban triunfando en artistas asociados a un nicho musical. La delicada voz de Billie, letras crípticas sobre la ansiedad de la juventud y un panel de ritmos poco convencionales generados en la producción de Finneas O’ Conell fueron la receta perfecta para generar un cambio en como se describe el sonido actual del género musical más escuchado del planeta. El álbum “When We All Fall Asleep, ¿Where Do We Go?”, no solo fue un éxito entre las fans que seguían a Billie y a su hermano desde sus inicios en Internet, sino que atrajo a los oídos de millones de nuevas personas y también, incluyendo los de la crítica profesional y, finalmente, la de la academia, ganando de una manera histórica los 4 Grammys principales (Álbum, Artista nueva, Canción y Grabación).

Por: Joaquín Reyes

¿Cómo se puede seguir luego de haberlo ganado todo en el primer intento? Teniendo, aparte, ¿Ahora a todo el mundo atento a tu próximo movimiento? Billie y Finneas no se complicaron mucho la existencia, para “Happier than ever” siguieron grabando en el estudio de grabación armado en la casa del hermano mayor, la relevancia del crudo sonido del bajo y los beats de Finneas se mantuvo intacta y el poderío vocal de Billie se mantuvo similar al del primer disco. En resumen, en lo técnico decidieron no romper una estrategia que había dado muchos frutos en los años anteriores, pero sería cínico decir que este LP no significo un paso de madurez tremenda para los hermanos. Como usualmente son las secuelas de un álbum debut, hay un sonido de producción más limpio y una incorporación mas presente de varios instrumentos de cuerda que ayudan bastante a ramificar los estilos musicales que se pueden encontrar en este álbum, destacando las vitales guitarras que ayudan a generar Power Ballads memorables como ”Your Power” y “Happier Than ever” y también un piano y batería muy en la zona de R&B en “my future”. Las experiencias generadas por un nuevo nivel de fama también ayudaron mucho a la madurez lírica en las canciones de la californiana.

Luego de lo comentado anteriormente llegamos a la actualidad. “HIT ME HARD AND SOFT” es un disco que propone nuevas cosas para los fanáticos de Billie y la mayoría de los que siempre están atentos a los nuevo grandes lanzamientos todos los años. Una de estas se supo antes del viernes en que se liberó el álbum: La ausencia de singles. Decisión que sorprende, pero a la vez se entiende (con el nivel de fama que tiene Billie y Finneas puedes darte esos lujos). El álbum posee transiciones de canción a canción que sirven como una solicitud de que se viva este álbum en su totalidad, que se escuche en una pasada todo el desarrollo de personaje que ha tenido Billie desde que se pronunció por última vez en HTA, no solo en la madurez que presenta en sus letras y rangos vocales, sino que también como ella y Finneas han hecho del estudio casero un museo del sonido, agregando un estilo de beats más pulidos como también un nuevo aliado en la instrumentación, secciones de cuerda . Esto queda claro con los dos primeros temas del álbum. “SKINNY” retoma el contenido lírico que se vio en algunas canciones del disco anterior, acompañada de una simple pero efectiva guitarra eléctrica acompañando la melancólica voz de Billie. La aparición de las cuerdas en la segunda mitad recuerda mucho al trabajo que realizó Billie para las películas “Barbie” y “No Time To Die”, haciendo que la canción tengo una emoción mayor. La primera y quizás mejor transición ocurre al final de esta canción, con una batería propia de pop rock a la Olivia Rodrigo que nos lleva a “LUNCH”, una excelente canción que presenta el plot point principal del álbum: el romance (o la falta de, en otras canciones). Letras geniales y hasta cómicas en algunos pasajes, cambios de tono en la voz de Billie precisos y un bajo y guitarra que complementan perfecto el estilo de la canción.
“CHIHIRO” y “BIRDS OF A FEATHER” son canciones hechas para mostrar el poder vocal de Billie y como este cada vez se perfecciona más. La primera, entre varias referencias a la película cuya protagonista se llama como la canción, la cantante apunta a unos altos tremendos, que en el coro van acompañado por unos beats de sintetizador que compiten con ella para ver quien puede tener un sonido más agudo y continuo. En la segunda se destaca unas brillantes voces de fondo para guíar la canción al cierre junto a un beat que recuerda a “Time To Pretend” de MGMT. Estas canciones tienen una columna vertebral armada por el potente bajo de Finneas, que no pierde protagonismo en ningún momento de la primera mitad del álbum. El álbum llega a un peak de intensidad con la canción “THE GREATEST”, unas letras punzantes sobre como una relación no llega a ser recíproca acompañada de una suave guitarra que recuerda a las baladas del segundo disco. La canción va creciendo en intensidad hasta explotar con un grito de Billie fenomenal, desde ahí aparece la producida sección de cuerdas, la batería y platillo resuenan con un eco escalofriante y la cantante a puro poder vocal cierra la canción de una manera muy buena. En entrevistas durante la producción del álbum Billie dijo que estaba escuchando mucho a bandas como “Mazzy Star” y “My Bloody Valentine”, lejos de haber hecho un disco shoegaze, creo que aprendió de temas clásicos de esas bandas como ha usar ese espacio vació no ocupado por su voz como una oportunidad para agregar un sonido más avasallador y melancólico que acompañe en canciones como esta.

Seguida de esa canción de desamor terrible viene otra de tema similar llamada “L’AMOUR DE MA VIE”. El ritmo del inicio y el tono vocal de Billie hace creer que este tema va a mantener un tono juguetón muy lineal. Ritmos melódicos y una instrumentación simple ya conocida en otras canciones de la artista. El cambio a un sonido más robótico y plagado de autotune, acompañado de letras más directas y duras ayudan a destacar esta canción sobre otras del disco. La antítesis de temas y sensaciones que quiere plasmar Billie en el tema anterior y este es genial. El contenido de las letras también denotó madurez en otras canciones del disco como “WILDFLOWER”.

Desde aquí parte la sección final de disco. “THE MENU” no es una mala canción, pero se siente que fue hecho para los fans que querían seguir escuchando canciones del estilo del álbum debut. Beats cómicos y una voz más simple que no van bien juntos con todo lo que se había intentado mostrar en las canciones anteriores. “BITTERSUITE” presenta una combinación de sonidos por parte de los sintetizadores muy distinta uno con los otros pero que funcionan para hacer una canción con un ritmo claro y bueno, aunque la voz de Billie se pierde mucho en algunos pasajes, recordando también a trabajos realizados en el disco del 2019. El cierre final de orquesta que posee “BLUE”, junto con la transición que ocurre al final de la primera canción mencionada en el párrafo es brillante de todas maneras.
En resumen, a su corta edad, Billie Eilish sacó nuevamente un disco sólido para anotar en su curriculum. Una experimentación con nuevo estilo de beats e instrumentación más refinada, inspirada en el trabajo cinematográfico de la familia, ayudaron a hacer canciones excelentes. Las que no destacan por la anterior, destacan por la madurez de Billie como cantante y como escritora. Vale la pena escucharlo de una pasada, aunque cuando en el disco se pierde un poco el interés por realizar cosas nuevas, se pierde un poco la emocionalidad que estaba construyendo el álbum en los dos primeros tercios de esta.