La banda platense Laika Perra Rusa acaba de liberar JORNADA: su más reciente presentación por streaming ya se puede ver completa en YouTube.
Esta producción mezcla la intensidad del show en vivo de la banda con una narrativa audiovisual enmarcada en el Taller Zilio (el taller metalmecánico más antiguo de la ciudad de La Plata).
Jornada es el recorte de un día de trabajo en el taller, donde a partir del encuentro de los cuerpos y las máquinas surge la música, el ruido, el baile y la transformación.
Laika Perra Rusa podría ser la cura. ¿Para qué?. Quizás no para un estado de emergencia sanitaria mundial, claro. Pero sí para hacer un frente festivo a otro tipo de virulencias: el capitalismo tardío, la meritocracia, el monotributismo y la responsabilidad afectiva de cotillón. O quizás, solamente para apropiarse literalmente de ese hermoso proverbio libertario: si no se puede bailar, no es mi revolución.
Antigua banda de guitarras que atendió el llamado de la pista de baile, Laika Perra Rusa bautiza su propio género como pop de trinchera, una definición sintética que mezcla música de discoteca con letras de descontento popular, nervio punk con ennui contemporáneo y erotismo soul con el poder sobrenatural de una movilización social. Una alegre combinación entre hedonismo e indignación que les permite hablar sobre nuestra malograda actualidad en clave de sintetizadores bailables.
Bajo la producción y guía espiritual del maestro Shaman Herrera, la banda conformada por Juan Badini, Gastón Figueroa, Guido Dalponte, Adrián Oviedo, Felipe Muñoz Jabre y Elías Zapiola, se despega del indie confesional de su natal La Plata para abrazar la furia del pop intempestivo y la performance. En el imaginario único de sus LPs, Marcha I y Marcha II, conviven cuerpos firmes de bailarinas, fantasías con asesinar a presidentes alegres, atentados en pistas de baile, deuda externa y memorabilia pop de un pasado reciente que parece futuro posible. “No podemos hablar de amor cuando todo se está incendiando”, dice Laika Perra Rusa. Una banda que reimagina la revolución en sus propios términos. Y que parece asegurar: si lo logramos, que nos encuentre bailando.