Turnstile 'Never Enough': El nuevo horizonte del punk

La banda estadounidense Turnstile acaba de lanzar su esperado cuarto álbum de estudio, sucesor del excelente e innovador GLOW ON. Marcados por el revuelo que generó ese proyecto, la banda ahora con un nuevo line-up y mayor madurez entrega, en menos de 50 minutos, un disco que se aleja del hardcore para abrazar con fuerza pasajes inspirados en el new wave y el ambient, influencias que ya habían asomado tímidamente en el disco de las nubes rosadas.

Por: Joaquín Reyes

El crecimiento de una banda como Turnstile resulta fascinante. Nacidos en Baltimore, Maryland, a comienzos de los 2010s, comenzaron como una banda más dentro de la escena hardcore local, lanzando EPs que destacaban por su explosividad y velocidad. Esos primeros trabajos, junto con los discos Nonstop Feeling y Time & Space (este último ya bajo el alero de Roadrunner Records), moldearon una identidad marcada por riffs crudos y baterías que resonaban como gritos de guerra, listos para armar el mosh y volar desde el escenario.

A la par con su madurez sonora, las letras comenzaron a volverse cada vez más introspectivas, reflejando el peso de la creciente popularidad y la búsqueda de una identidad. La fama construida en la escena hardcore se convirtió en estatus global con el brillante GLOW ON de 2021: un álbum que marcó un antes y un después (o más bien, un contundente presente) en el sonido de la banda. Un LP que mezcló, de forma casi mágica, la agresividad del punk con atmósferas de dream pop y ambient. Baterías aceleradas conviven con sintetizadores; guitarras afiladas coexisten con un Brendan Yates que ahora canta más de lo que grita. Todo bajo un lema de identidad clara: el icónico “I want to thank you, for letting me be myself” con el que cierra T.L.C.

Cuatro años después, el impacto de ese disco es evidente: nominaciones al Grammy, apariciones en los rankings de revistas mainstream como Billboard y Rolling Stone, giras mundiales y el aval de íconos del punk como Blink-182, con quienes compartieron escenarios en estadios y arenas alrededor del mundo. Incluso en Chile, tras un caótico Lollapalooza 2022 y un aún más caótico show en Basel en 2024, la banda ha cosechado una base de fans sólida y creciente.

Estos años fueron, en cierta forma, una vuelta olímpica: una celebración del triunfo sonoro que fue GLOW ON. Pero Turnstile no es una banda conformista. A pesar del éxito, siempre hubo expectativa por saber cómo seguirían adelante, sobre todo ahora que tienen un público masivo, y artistas de renombre como Charli XCX ya les hacían la promo del año en su set de Coachella (exclamando la llegada de un “TURNSTILE SUMMER”). ¿Atenuarían la agresividad de sus orígenes? ¿Se volcarían por completo a las melodías del ambient y el pop etéreo? ¿Buscarían repetir la sinergia que los llevó al estrellato? La respuesta llegó el 6 de julio con Never Enough.

El cuarto disco de Turnstile es, probablemente, el más polarizante que han sacado. Si GLOW ON era un disco de hardcore punk que agregaba elementos del indie y el dream pop para embellecer las canciones, este nuevo proyecto se siente como un disco indie con pasajes inspirados en el hardcore. Se percibe como el cierre de una transición iniciada en 2021. Las melodías son más dulces al oído y menos aceleradas; el poder del teclado y los sintetizadores se eleva en todas las canciones, y se sacrifica una crudeza característica en favor de una producción más pulida y con instrumentación más amplia. La banda claramente busca mantener esa sensación de coros masivos coreados por el público en vivo: hay una marcada intención arena-rock. Hay canciones muy buenas y algunos riesgos que funcionan, pero en otros momentos el disco parece vivir de lo que el anterior ya capitalizó.

Esto se siente desde los primeros temas. El primer sencillo, NEVER ENOUGH, comienza con una pieza de sintetizador al estilo ambient, seguido de un break instrumental pesado y un solo melódico a mitad de canción, recordando la estructura de MYSTERY. La diferencia esencial está en las secciones más amplias y emotivas, que ceden protagonismo a los sintetizadores y reducen la intensidad tradicional. El “déjà vu musical” continúa con SOLE: el riff principal, el juego vocal de Brendan y el ritmo de la batería remiten claramente a ENDLESS, aunque, de nuevo, los synths cierran la canción reemplazando a la guitarra en el solo. Se nota que estas secciones están pensadas para saltar y corear, con un pasaje que incluso sugiere una batalla de sintetizadores. El cierre es potente, pero también formulaico.

El primer quiebre notable llega con I CARE, con estructura inspirada en el new wave y el post-rock de los años ochenta. Con ecos de guitarra que recuerdan a The Cure o The Police, es una canción melódica y energizante, aunque su coro sea simple. Aquí, como en temas anteriores, se evidencian algunas decisiones discutibles desde la producción: el bajo del talentosísimo Franz Lyons apenas se percibe, sepultado bajo la guitarra de Pat McCrory, posiblemente para cubrir la ausencia de un segundo guitarrista (Meg Mills ya es miembro oficial, pero no participó en la grabación). Los ecos del pasado siguen presentes en DREAMING, donde el saxofón y la trompeta protagonizan una canción que se asemeja mucho a DON’T PLAY.

LIGHT DESIGN, DULL y SUNSHOWER destacan con fuerza. Son las canciones más intensas del disco y recuerdan a etapas incluso anteriores a GLOW ON, aunque con producción más grandiosa. La melancolía vocal de Brendan en la primera se equilibra con el desenfreno de las otras dos. Hay una clara inspiración en el skate punk o el pop punk noventero (SUNSHOWER tiene un aire muy Offspring) que funciona bastante bien, sumado a un cierre ambient efectivo que da coherencia al tramo medio del álbum.

La canción donde la experimentación alcanza su punto más alto es LOOK OUT FOR MORE. Con un inicio mágico y uno de los riffs más potentes del álbum, se combinan secciones de batería que rozan lo industrial con líneas vocales que fluyen hasta llegar a un interludio melódico con samples de The Wire, probablemente la serie más importante jamás producida en Baltimore. El riesgo más audaz triunfa: el cierre parece salido de una rave, y no desentonaría en ningún boiler room europeo.
Después de este punto alto, llegan CEILING y SEEIN’ STARS (esta última con un aporte vocal sutil de Hayley Williams), que funcionan como una intermisión antes del explosivo BIRDS. Es, sin duda, la mejor canción del disco. En dos minutos, Turnstile canaliza la intensidad de Nonstop Feeling con producción moderna. La intro genera ansiedad con un solo de batería poco convencional y un sintetizador que suena como estática de televisor viejo. Luego, pura aceleración y energía: Brendan grita sobre la libertad individual, mientras Pat marca el riff con fuerza y Daniel Fang desata su batería. Una pieza demoledora que en vivo debe ser aún más potente.
El cierre del disco se construye con tres canciones más: SLOWDIVE (cruda, aunque reminiscentemente similar a FLY AGAIN), TIME IS HAPPENING (una balada garage rock que transiciona bien hacia lo etéreo), y MAGIC MAN, una despedida completamente ambient. Esta última decisión refuerza la nueva dirección que la banda de Baltimore parece decidida a seguir.

En resumen, NEVER ENOUGH es el sucesor lógico de GLOW ON: un disco que busca capitalizar ese éxito, aunque no logra separarse del todo de su sombra. Tiene canciones memorables y momentos audaces que sorprenderán a quienes siguen apreciando el costado más pesado de Turnstile, pero su foco está en atraer a nuevos oyentes desde otros estilos. Si llegaste a la banda por GLOW ON, este disco probablemente se sentirá como una gran secuela. Si valorabas más la crudeza e intensidad de los primeros trabajos, tal vez necesites tiempo para adaptarte a esta nueva identidad. Hace cuatro años que Turnstile comenzó esta transición, y aunque los riesgos traen sacrificios, le han servido para llegar a donde están. Será interesante ver qué les depara este nuevo horizonte del punk.