El artista argentino se reencontró con su público chileno la noche del 30 de mayo, en un show que combinó potencia escénica, compromiso político y una conexión emotiva con sus raíces. Entre visuales impactantes, freestyle con sabor local y una banda en vivo, Trueno consolidó su lugar como una de las voces más sólidas del hip-hop latinoamericano.
Por: Paloma Campos
Fotos: Agustín León
Completamente de negro, Trueno ingresó al Movistar Arena entre gritos de una eufórica fanaticada que coreaba su nombre: “¡Trueno pai, Trueno pai!”, apodo representativo de su época dorada del freestyle resonó con potencia. Su pantalón, bordado con las banderas latinoamericanas, se robó las miradas del público, especialmente cuando besó nuestra bandera chilena, desatando una ovación ensordecedora que dejó claro que su vínculo con este país va más allá de lo artístico: es emocional y visceral.
Para el cantante argentino, Chile es un país clave en su crecimiento musical. Sus fans varían en edades, pero todos reconocen su historia en el mundo del rap. Inició como un pequeño rapero de 16 años compitiendo en las famosas batallas de gallos, para luego lanzar sus primeras composiciones musicales como “Atrevido” y “Azul y Oro”. Desde entonces, ha tejido una carrera sólida que mezcla protesta social, identidad barrial y una evolución sonora que ha sabido mantener su esencia.
En un escenario tan grande como el Movistar Arena, su show levantaba altas expectativas, las cuales cumplió totalmente. Detalles como el fuego y sus colores azulados, además de un cubo gigante en el que podía jugar con elementos representativos de su álbum —como su tensión ante la policía y el encierro carcelario— fueron clave para su performance. El simbolismo fue evidente, pero también honesto: Trueno no sólo canta desde la calle, sino que la representa con memoria y dignidad.
Encerrado entre rejas, Trueno interactuó con su público demostrando su versatilidad al combinar sus éxitos más conocidos con temas de su último álbum, El Último Baile, lanzado en mayo de 2024. Canciones como "Dance Crip" y "Mamichula" resonaron con fuerza, mientras que su reciente colaboración "Cruz" junto a Feid fue recibida con entusiasmo por los asistentes. La puesta en escena incluyó una banda en vivo, lo que elevó la experiencia musical y le otorgó una textura orgánica que dialogaba con el beat urbano de su repertorio.
Trueno no escatimó en muestras de cariño hacia sus fans chilenos. Recordó sus anteriores presentaciones en el país, incluyendo su participación en Lollapalooza Chile 2022 y el Festival de Viña del Mar 2024, donde ganó dos Gaviotas. Durante el concierto, improvisó versos que incluían modismos locales y expresó su admiración por la escena musical chilena, fortaleciendo aún más el lazo con su audiencia.
Junto a su hermano y su padre, el cantante construyó un momento íntimo en medio del caos rítmico, donde se fundieron la herencia familiar y el respeto por la historia del hip-hop. MC Peligro, su papá, subió al escenario para compartir un freestyle que emocionó incluso a los más jóvenes, mientras su hermano acompañaba desde los visuales con imágenes que reflejaban su vida en La Boca.
El cierre fue apoteósico. Luego de más de una hora y media de concierto, Trueno interpretó "Rain II" y "Tranky Funky" en medio de luces estroboscópicas y fuegos artificiales. Al terminar, se dirigió al público con una promesa: Volver nuevamente a nuestro país. El grito colectivo fue su respuesta.
La noche del 30 de mayo no fue simplemente un concierto: fue una declaración de principios. Trueno no sólo vino a cantar; vino a recordarnos por qué el rap sigue siendo un grito vivo en América Latina. Su show en el Movistar Arena no dejó dudas: está en su mejor momento, y Chile lo sabe.
TRUENO