Los comandados por Dexter Holland y Noodles se presentaron frente a un repleto Movistar Arena el pasado martes. En 90 minutos, los californianos dejaron la vara altísima para los siguientes conciertos que vendrán este año en nuestro país. Un gran espectáculo en todos los aspectos: con un público eufórico, pirotecnia, confeti y una constante sensación de nostalgia, lograron crear un show que quedará en la memoria de los presentes por mucho tiempo.
Por: Joaquín Reyes
Fotos: Eme/Lotus
Las expectativas para el show de The Offspring en el Movistar Arena estaban altas, principalmente por dos motivos. Primero, este sería el regreso de los íconos detrás de "Americana" al clásico recinto santiaguino, luego de su accidentada presentación previa al cierre de fronteras por la pandemia. En aquel entonces, el concierto fue el último en realizarse en mucho tiempo en nuestro país, por lo que esta nueva fecha representaba una oportunidad de volver a vivir su música sin restricciones. La segunda razón tiene que ver con el inolvidable recuerdo que dejó su presentación en la jornada del sábado en Lollapalooza 2024: una cátedra de cómo aprovechar la ventana musical de solo una hora, llena de saltos, mosh y un público coreando hasta los riffs de guitarra. Ahora, muchos esperábamos una experiencia aún más impactante, con la banda como plato fuerte, sin las limitaciones de un festival y con total libertad en la duración del show.
¿Se cumplieron las expectativas? La respuesta es un rotundo sí. La velada del martes fue, sin duda, uno de los mejores conciertos del año. Todo gracias a la energía del público y a la impecable planificación de la banda para convertir su regreso en una auténtica fiesta.
Luego de la excelente presentación de GUFI, que encendió los motores con himnos pop punk de la juventud chilena de los 2000 (como la inolvidable "Por Ella"), la producción de The Offspring tomó el control. Era como si Dexter, fiel a su formación científica, estuviera corroborando una hipótesis sobre cómo mantener a más de 10 mil personas en un estado de euforia constante. La banda pensó en todo, incluyendo una intermisión que funcionó como una previa espectacular antes del primer acorde de "All I Want". Juegos en pantalla gigante, un videojuego de 16 bits basado en sus canciones, karaoke ochentero y trivias sobre la historia de la banda hicieron que la espera se convirtiera en parte del espectáculo. La respuesta del público fue inmediata: corearon "The Kids Aren't Alright" y "You're Gonna Go Far, Kid" (Obviando que la pista sonaba sacada de la Super Nintendo), cantaron "Take On Me" con entusiasmo y explotaron en un grito unísono cuando el conteo regresivo llegó a cero.
El show comenzó con un setlist similar al del Lollapalooza 2024, pero con ligeros cambios en el orden de las canciones y con el agregado de pirotecnia en los momentos más emblemáticos. Los clásicos noventeros "All I Want", "Come Out and Play" y "Original Prankster" provocaron los primeros movimientos en masa. Dexter mostró que mantiene su característico registro vocal agudo intacto, mientras el público saltaba sin tregua. El público en la cancha se entregó al mosh y a la adrenalina del punk rock, pasando de corear las románticas letras de "Want You Bad" a quedar atrapados entre círculos. Si lograbas escapar de uno, un simple empujón te podría haber mandado directamente a otro.
Una de las sorpresas de la noche fue la inclusión de "Kick Him When He’s Down" del histórico álbum "Ignition", un guiño a los seguidores acérrimos. También hubo momentos de humor, con Noodles como el instigador de las risas mientras Dexter se divertía más recatadamente a su lado. El guitarrista revivió frases célebres de su presentación en Cerrillos, como su canto "a lo Freddie Mercury" y el riff de "Olé, Olé, Olé", convirtiendo el Movistar Arena en un estadio de fútbol por unos segundos. Además, bromeó con la cantidad de personas presentes, exagerando que había más de un millón, lo que no estaba tan lejos de la realidad si la medición se realizaba en decibeles. En esta parte del concierto, en la que Noodles toma la batuta, el resto de la banda tuvo su momento de brillar, tocando snippets de temas clásicos del rock n roll (Como Detroit Rock City y Iron Man).
La producción visual también fue un punto alto: los esqueletos gigantes en el escenario cambiaban de color con las luces, evocando las portadas de "Smash" y "Supercharged". Las pantallas mostraron animaciones detalladas que complementaban la narrativa de sus canciones, y el preciso uso de confeti creó imágenes memorables, como en la interpretación de "Make It All Right", único tema de "SUPERCHARGED" en el setlist.
La parte más intensa del show llegó con los himnos inmortales. "Bad Habit" desató el caos en la cancha, con tres mosh girando al instante de escucharse el primer acorde del tema. "Why Don't You Get a Job" cambió las pocas pelotas de playa del año pasado por muchas más, generando una postal de ensueño. "Pretty Fly (For a White Guy)" volvió a ser un estallido de energía, con el público gritando cada estrofa. "The Kids Aren't Alright" logró los círculos más grandes de la noche, mientras algunos se aventuraban en el crowd surfing y otros simplemente se dejaban llevar por la emoción y la necesidad de formar parte del grito colectivo de “Woo-ho!”.
El cierre fue, como no podía ser de otra manera, con "Self Esteem". El bajo coreado por todos, el círculo en el centro de la arena y una letra con la que tanto los fans veteranos como los nuevos pueden identificarse. Al despedirse, la banda elogió la pasión del público chileno y dejó que "Sweet Caroline" sonara en los parlantes, prolongando la fiesta unos minutos más. Noodles y Dex se fueron del escenario ratificando lo que ya habían dicho varias veces en el show, que este había sido de los mejores shows de la banda en años.
El show de The Offspring en Chile fue sensacional, sin duda uno de los mejores del año. Con una atención minuciosa a los detalles, una puesta en escena electrizante y un setlist lleno de potencia, la banda logró recrear la esencia de una fiesta adolescente sacada de una película de los 2000, de esas que tenían a The Offspring en su banda sonora. Un concierto que evocó nostalgia y dejó a todos con el corazón latiendo a mil.